La Noche de Luzia
Era una calida noche de verano y Luzia, una niña de 9 años, estaba sentada en el sofá, abrazando su oso de peluche. A su alrededor, la casa estaba en silencio. A esa hora, su mamá había salido a comprar algunas cosas y su papá trabajaba hasta tarde. Aunque sabía que solo estarían fuera un rato, Luzia no podía evitar sentir un nudo en el estómago.
Luzia siempre había tenido miedo a la oscuridad. En el día, su imaginación volaba; podía ser una valiente exploradora o una astuta detective. Pero en la oscuridad, su mente se llenaba de sombras que jugaban trucos con su imaginación.
- “No puedo quedarme sola en la casa, es demasiado oscuro”, murmuró para sí misma.
De repente, escuchó el sonido del timbre.
- “¿Quién será? ¡Mamá! ¡Papá! ” - gritó, aunque sabía que estaban fuera. Con cuidado, se levantó del sofá y, temblando, se dirigió a la puerta.
Al abrirla, se encontró con su vecino, Don Ricardo, que venía a preguntar si necesitaban algo.
- “¿Querés que te traiga algo, Luzia? ” - preguntó muy amablemente.
- “No, gracias, Don Ricardo. Estoy bien”, respondió ella, tratando de sonar valiente.
Don Ricardo notó que había algo en la voz de Luzia que le preocupaba.
- “¿Estás segura? Sabés que podés contar conmigo, ¿no? ”
Luzia asintió, aunque una sensación de inquietud seguía en su corazón. Decidió que podía ser valiente por un rato más: primero se acomodó en el sofá y comenzó a leer su libro favorito, pero cuando la oscuridad creció y las sombras comenzaron a danzar, el miedo volvió a apoderarse de ella.
- “Es solo la luz que juega reconocimiento... nada de qué temer”, se repitió, respirando hondo.
Pero era difícil concentrarse. Luego recordó también las historias que su abuela solía contarle sobre los cuentos de aventuras llenos de luces. Pensando en eso, Luzia decidió hacer algo diferente.
- “¡Voy a crear mi propia luz! ” - se dijo a sí misma, iluminando su rostro con una gran sonrisa.
Corrió a la cocina y abrió el placard. Sacó algunas linternas de colores que había guardado para un picnic. Con una en cada mano, Luzia tuvo una idea brillante. Fue al armario y encontró un puñado de luces decorativas que había quedado de las fiestas anteriores. Las colocó por toda la sala, iluminando cada esquina.
- ¡Mirá cómo brillan! - gritó feliz, danzando en la luz.
Cada luz era una pequeña estrella en su propio universo.
Mientras las luces danzaban, Luzia no se sentía sola. Se sentó de nuevo en el sofá, con todas las luces titilando a su alrededor. Multitud de luces parpadeaban y parecía que sus sombras ya no eran tan aterradoras. Comenzó a inventar una historia para cada luz, haciendo que cada una tuviera un nombre y una personalidad.
- “Esta es Estelita, la estrella valiente, y aquel es Rayito, el explorador. ¡Miren, viene el Valiente León que custodia el camino hacia el bosque encantado! ”
La oscuridad ya no era un espacio aterrador; se transformó en el telón de fondo de su cuento. Luzia se imaginó viajando a través de un bosque lleno de luz e imaginación, enfrentándose a dragones amistosos y explorando cuevas mágicas. La magia de la historia reemplazó su miedo.
En ese momento, escuchó el timbre de nuevo. Se le aceleró el corazón nuevamente. Pero esta vez no era solo miedo; era curiosidad. Sabía que las luces aún estaban brillando.
- “Voy a abrir la puerta”, gritó ahora con más confianza.
Al abrir, encontró a su mamá que había vuelto con las compras.
- “¿Volviste? ¡Mirá, hice una fiesta de luces! ” - dijo muy emocionada.
Su mamá sonrió, admirando cómo la creatividad de su hija había transformado la noche.
- “¡Es hermosa, Luzia! Parece que encontraste la forma de hacer que la oscuridad sea tu aliada.”
Esa noche, Luzia aprendió que la oscuridad no siempre es algo que temer, sino un lugar donde puede nacer la creatividad y la aventura. Así, mientras su mamá terminaba de acomodar las cosas, ellas compartieron historias bajo el suave parpadeo de las luces, creando un espacio donde la imaginación y la valentía florecieron entre sombras.
Desde ese día, Luzia ya no temía a la oscuridad, porque sabía que cada sombra traía consigo una nueva historia por descubrir.
FIN.