La Noche de Valentina
Era una noche muy tranquila en la casa de Valentina. A sus 9 años, tenía una gran imaginación y a veces eso le jugaba en contra. Valentina siempre había temido a la oscuridad, así que cuando su mamá tuvo que salir por un ratito y la dejó en casa sola, decidió que todo iba a estar bien.
Mientras su mamá le daba las últimas instrucciones, Valentina pensaba en lo que haría para distraerse.
"Voy a ver una película de aventuras y me voy a hacer unas palomitas de maíz", se dijo a sí misma. Así, se sentó en el sillón de la sala, disfrutando de la luz del televisor y el sonido crujiente de las palomitas, hasta que la oscuridad tomó la habitación.
Las nubes cubrieron la luna y de repente todo se volvió más tenue. Valentina sintió que una ola de miedo se apoderaba de ella.
"Está bien, todo está bien", murmuró tratando de calmarse. Pero cuando decidió irse a su habitación, la luz del pasillo quedó apagada.
Al llegar a su pieza, encendió la lámpara de mesa, iluminando su rincón favorito lleno de dibujos y libros. Sin embargo, el crepitar del viento afuera y el ruido de la casa la hicieron sentir un poco ansiosa.
"Solo es el viento", se decía, pero de pronto sonó el timbre.
Casi se le cae el corazón al piso.
"¿Quién será?", pensó. Nadie debería estar ahí. Miró por la ventana y vio solo sombras.
"Quizás es un monstruo", bromeó para sí, pero no logró reírse. Se acercó a la puerta y, temblorosa, preguntó:
"¿Quién es?"
"Soy yo, tu amigo Lucas. Me quedé sin luz en casa. ¿Puedo quedarme un rato?"
Valentina se sintió más tranquila al escuchar la voz de su amigo. Además, Lucas siempre había sido un valiente. Abrió la puerta y lo dejó entrar.
"¡Qué susto me diste! Pensé que era un monstruo", le dijo, mientras Lucas se reía.
"Los monstruos no tocan la puerta, Valen, ¡ya lo sabes!", respondió riéndose.
Se sentaron en el suelo, rodeados de almohadas y luces de colores que Valentina tenía. Contaron historias divertidas y jugaron a adivinanzas. La oscuridad afuera ya no daba miedo porque estaban juntos.
"¿Ves que no hay motivo para tenerle miedo?", le dijo Lucas, mientras ambos se miraban sonriendo.
De repente, escucharon un estruendo.
"¿Qué fue eso?", preguntó Valentina, asustada.
"Probablemente solo un gato", contestó Lucas, sin dejar que el miedo lo invadiera.
"Si te da miedo salir a ver, podemos mirar por la ventana", propuso. Así lo hicieron. Al mirar afuera, vieron que un gato negro estaba jugando con una rama. Ambos comenzaron a reírse.
"¡Mirá qué tierno! No era un monstruo, solo un gato travieso", dijo Valentina, sintiendo que el miedo se desvanecía.
Después de un rato, Valentina miró a Lucas y dijo:
"Gracias por venir. Esta noche sería muy diferente si estuviera sola".
"Siempre estaré aquí para lo que necesites. La oscuridad no parece tan terrible cuando hay amigos cerca", le respondió Lucas.
Finalmente, Valentina y Lucas se acomodaron en el sofá, cansados y alegres, y terminaron por quedarse dormidos bajo el brillo de las luces de colores. La oscuridad, que antes tanto temor le daba a Valentina, se había convertido en una nueva aventura.
Cuando Valentina despertó por la mañana, su mamá ya estaba en casa. Al ver a Lucas, preguntó:
"¿Qué pasó aquí?"
"Teníamos una fiesta secreta en la oscuridad, mami", respondió Valentina con una gran sonrisa, sintiendo que esa noche había superado su miedo.
Y así, Valentina aprendió que a veces, lo que más tememos no es tan aterrador cuando tenemos el apoyo de nuestros amigos. La oscuridad no era el final, sino solo el comienzo de algo divertido y emocionante.
FIN.