La Noche del Trueno



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una familia compuesta por la mamá, el papá y sus tres hijos: Sofía, la mayor, Lucas y Valentina. Una noche, justo cuando todos se preparaban para cenar, un enorme trueno hizo temblar las ventanas de la casa.

"¡Mamá, papá! ¡No se asusten!" - gritó Sofía, viendo cómo sus padres se ponían nerviosos.

"Es solo una tormenta, hija, pero es muy fuerte" - respondió la mamá, tratando de calmarse.

"Yo los salvaré, no se preocupen. Conozco lo que hay que hacer" - dijo Sofía con confianza.

Erguida y valiente, Sofía recordó lo que había aprendido en su escuela sobre las tormentas. Sabía que lo más importante era mantenerse tranquilos, así que invitó a Lucas y Valentina a unirse a ella en su cuarto.

"Vamos a hacer nuestra propia tormenta en este cuarto" - propuso Sofía, y sacó papeles de colores y tijeras.

Mientras la tormenta rugía afuera, Sofía y sus hermanos comenzaron a hacer una lluvia de papel, recortando formas de gotas y rayos. Se rieron y jugaron, mientras su mamá y su papá, escuchando el bullicio, empezaron a sentirse cada vez más aliviados.

"¡Miren, somos nubecitas!" - exclamó Lucas, mientras se movía de un lado a otro, pensando que si hacían ruido, la tormenta afuera se aplacaría.

Pero entonces, un rayo iluminó el cielo, seguido de un estruendo que hizo temblar un poco más la casa. El papá se asomó por la puerta del cuarto, preocupado.

"¿Están bien, chicos?" - preguntó, tratando de no parecer alarmado.

"Sí, estamos haciendo nuestra propia celebración de tormenta, papá. ¡Mamá, ven!" - llamó Sofía.

La mamá, intrigada, se unió a ellos. Al ver los papeles de colores volando por la habitación y a sus hijos sonriendo, comenzó a reírse. Sugirió que hicieran un concurso de a quién le salía el mejor trueno con sus voces.

"¡Uno, dos, tres, trueno!" - gritaron todos juntos entonando ruidos diferentes, mientras la tormenta seguía sonando afuera.

A medida que los minutos pasaban, la tormenta empezó a calmarse. Sofía se dio cuenta de que su estrategia había funcionado. No solo había mantenido a su familia entretenida, sino que también les había enseñado que a veces, lo mejor que se puede hacer ante el miedo es enfrentarlo con alegría y creatividad.

Finalmente, la tormenta se disipó y el cielo se despejó. Sofía, con una sonrisa radiante, miró a sus padres.

"¿Ven? ¡Los salvé!" - exclamó orgullosa.

"Gracias, Sofía. Eres muy valiente y creativa. A veces, las tormentas pueden ser más divertidas si las miramos desde otro ángulo" - dijo la mamá, dándole un abrazo.

Esa noche, antes de dormir, la familia se arropó junta y leyeron un cuento sobre aventuras en el cielo. Sofía miró por la ventana hacia las estrellas y sonrió, sabiendo que siempre podría encontrar una manera de enfrentar los miedos y convertirlos en momentos memorables.

"Morgan, el héroe de las nubes" - murmuró, mientras se imaginaba como un valiente personaje de una historia.

Y así, la familia comprendió que enfrentar los miedos juntos hace que cualquier tormenta sea más llevadera. Y que, a veces, solo se necesita un poco de creatividad y amor familiar para hacer un día nublado en uno muy especial.

FIN.

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