La noche estrellada de Mateo
Había una vez un pequeño pueblo llamado Solaz, donde siempre reinaba el día. El sol brillaba con intensidad y los habitantes disfrutaban de largas jornadas llenas de diversión y alegría.
Sin embargo, había un niño llamado Mateo que se sentía triste cuando llegaba la noche. Le tenía miedo a la oscuridad y no podía conciliar el sueño. Sus padres intentaron ayudarlo de muchas maneras, pero nada parecía funcionar.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Mateo encontró a un búho muy sabio llamado Luna. El búho era conocido por sus conocimientos sobre la noche y sus secretos ocultos.
"Hola Mateo, veo en tus ojos que algo te preocupa", dijo Luna con su voz grave y tranquila. "Sí, señor Búho. Me da mucho miedo la oscuridad de la noche. No puedo dormir y me siento muy triste", respondió Mateo con timidez.
Luna miró comprensivamente al niño y le dijo: "La noche puede ser un momento maravilloso si aprendes a conocerla. Ven, déjame mostrarte". El búho llevó a Mateo a una cueva llena de estrellas brillantes que iluminaban todo el lugar.
Allí, Luna le enseñó los secretos del universo nocturno: las constelaciones, los planetas y cómo cada uno tiene su propio brillo en medio de la oscuridad. "¿Ves todas estas estrellas? Cada una es especial y única, al igual que tú", explicó Luna.
Mateo observaba asombrado cómo la oscuridad se convertía en un espectáculo de luces y colores. Poco a poco, el miedo comenzó a desvanecerse de su corazón. "Ahora quiero que cierres los ojos y escuches con atención", dijo Luna.
El niño obedeció y, para su sorpresa, escuchó una sinfonía de sonidos nocturnos: grillos cantando, lechuzas ululando y el viento susurrando entre los árboles. Era como si la noche estuviera llena de vida y melodías mágicas. "La noche también tiene su propia música, Mateo.
Y tú puedes ser parte de ella", afirmó Luna. Desde aquel día, Mateo dejó atrás su miedo a la oscuridad. Comenzó a disfrutar cada noche observando las estrellas y escuchando los sonidos nocturnos.
Descubrió que la naturaleza no descansa durante la noche; simplemente se transforma en algo diferente pero igualmente hermoso. Con el tiempo, Mateo compartió sus nuevos conocimientos con otros niños del pueblo.
Les enseñó sobre las constelaciones y les mostró cómo encontrar belleza incluso en la oscuridad más profunda. Así, Solaz se convirtió en un lugar donde tanto el día como la noche eran valorados por igual.
Los habitantes aprendieron que cada momento del día tiene algo especial para ofrecer, ya sea el brillo radiante del sol o el misterio encantador de las estrellas. Y así fue como Mateo superó su miedo a la oscuridad gracias al sabio búho Luna.
Aprendió que no hay nada malo en las sombras nocturnas; solo es cuestión de abrir los ojos y el corazón para descubrir la belleza que se esconde en ellas.
FIN.