La noche mágica de Federico Ríos Julián



Había una vez, en un pequeño pueblo, un niño llamado Federico Ríos Julián. Durante el día, Federico era un niño como cualquier otro, pero al caer la noche, su corazón latía con fuerza y su espíritu se llenaba de magia. Era entonces cuando se transformaba en la chica que siempre había soñado ser: Florencia.

Una noche, mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas, Federico se miró en el espejo y, con una gran sonrisa, dijo:

"¡Hoy voy a ser Florencia!"

Se preparó con un vestido brillante, una diadema llena de estrellas y un brillo en los ojos que iluminaba su rostro. Al salir al patio, se encontró con sus amigos, Sofía y Lucas, que estaban jugando a la luz de la luna.

"¡Hola, chicos! ¡Miren cómo estoy esta noche!"

Sofía, sorprendida y entusiasmada, respondió:

"¡Wow, Federico! Te ves increíble. Me encanta tu vestido y tu diadema. ¡Parece que has salido de un cuento de hadas!"

Lucas, con su sonrisa traviesa, añadió:

"¡Florencia, ven a jugar con nosotros! La luna está hermosa y hay un castillo de sombras en el rincón del jardín."

Los tres amigos comenzaron a correr hacia el castillo de sombras, riendo y disfrutando de la noche mágica. Pero al llegar, vieron que una sombra oscura se cernía sobre ellos. Era Don Felipe, el anciano del pueblo, quien siempre se preocupaba por los juegos de los niños.

"¡Niños! ¡Esto no es un lugar para jugar! ¡Pueden hacer algo peligroso!"

Florencia, aunque un poco asustada, se armó de valor y se acercó a Don Felipe.

"Señor, estamos solo jugando. No queremos causarle problemas. Esta noche es especial para mí porque puedo ser quien realmente soy. Soy Florencia, y me gustaría que me conociera mejor."

Don Felipe, al escuchar las palabras de Florencia, la miró a los ojos. Por un momento, el miedo se desvaneció y lo que vio, fue la luz que emanaba de su corazón.

"¿Florencia? Nunca había escuchado ese nombre. Pero tu brillo es especial, pequeño. Cuéntame, ¿Qué significa ser Florencia para vos?"

La niña sintió que su voz se llenaba de emoción:

"Para mí, ser Florencia significa ser libre, ser yo misma, sin miedos y sin límites. Cuando me visto así, siento que puedo volar como un pájaro y ser tan grande como el cielo."

Don Felipe sonrió, comprendiendo que la esencia de las personas es lo que realmente importa.

"Entonces, Florencia, no dejes que nadie te detenga. La magia está en ser auténtica. Y si tus amigos quieren jugar, debes permitirles a ellos también conocer a la verdadera Florencia."

Florencia, con el corazón rebosante de alegría, miró a Sofía y Lucas.

"¿Quieren jugar juntos en el castillo de sombras?"

Sofía y Lucas asintieron emocionados, sabiendo que esa noche iba a ser un recuerdo inolvidable.

"¡Sí! ¡Vamos a jugar y a vivir nuestra propia aventura!"

Los tres se adentraron en el castillo de sombras, donde exploraron mundos llenos de magia y risas. Desde ese día, el pueblo entendió que no hay un solo camino para brillar.

Federico Ríos Julián encontró su lugar en el mundo al dejar florecer a Florencia, su verdadero yo. Y así, cada noche, las estrellas brillaban un poco más, porque en el corazón de todos, había un deseo de ser auténticos y felices.

Desde entonces, Federico y Florencia aprendieron que la verdadera magia reside en aceptarse a uno mismo y compartir esas mágicas diferencias con el mundo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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