La noche mágica de Halloween


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Espanto, donde cinco amigos muy valientes y curiosos, Acaymo, Darien, Ainara, Cebensui y Dariel, decidieron visitar la casa del terror en la noche de Halloween.

La casa del terror era conocida por ser el lugar más escalofriante de todo el pueblo. Los amigos caminaban por el oscuro sendero que los llevaba a la casa embrujada. El viento soplaba fuerte y las hojas crujían bajo sus pies.

De repente, entre las sombras, vieron una figura misteriosa que parecía moverse lentamente hacia ellos. - ¡Miren allí! ¿Qué es eso? -exclamó Darien señalando hacia la figura oscura. - ¡Parece un fantasma! -dijo Acaymo con voz temblorosa.

A medida que se acercaban a la figura, pudieron ver que no era un fantasma en absoluto. Era una anciana vestida con harapos y cargaba una linterna en su mano.

- ¿Qué están haciendo aquí tan tarde? -preguntó la anciana con voz grave pero amable. - Venimos a explorar la casa del terror en Halloween -respondió Cebensui con entusiasmo. La anciana sonrió y les dijo:- Chicos, esa casa es peligrosa. Hay cosas mucho más importantes que el miedo y la adrenalina.

Vengan conmigo. Los amigos siguieron a la anciana hasta llegar a un parque cercano donde había niños jugando felices y riendo juntos.

La anciana se sentó en un banco y les dijo:- La verdadera magia de Halloween no está en asustarse o buscar emociones extremas. Está en compartir momentos especiales con aquellos que queremos y disfrutar de las cosas simples como reír juntos, compartir dulces e historias divertidas.

Los amigos reflexionaron sobre las palabras de la anciana mientras observaban a los niños jugar despreocupados. Se dieron cuenta de que tenían razón: lo importante era estar juntos y disfrutar de cada momento sin necesidad de buscar sustos o emociones extremas.

Desde ese día, Acaymo, Darien, Ainara, Cebensui y Dariel cambiaron su forma de celebrar Halloween. En lugar de buscar lugares espeluznantes para visitar, optaron por organizar fiestas con juegos divertidos y compartir momentos inolvidables juntos.

Y así descubrieron que lo realmente especial no era enfrentarse al miedo sino valorar la amistad y el compañerismo en cada ocasión especial. Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!

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