La Noche Mágica de Halloween
Era una noche de Halloween en el vecindario de Amatista y Alely. La luna brillaba como una lámpara gigante en el cielo, y las calabazas iluminadas sonreían en las puertas de las casas. Amatista, con un disfraz de mariposa y Alely, disfrazada de pequeña hada, estaban listas para vivir una aventura mágica.
"¡Mirá, Alely! Las calabazas están todas decoradas. ¡Qué lindas están!" - exclamó Amatista, saltando de emoción.
"¡Sí! ¡Bailan!" - respondió Alely, señalando las calabazas mientras movía sus manitas en el aire.
Las hermanas recorrieron las calles, recolectando caramelos y disfrutando de la fiesta. Un momento después, se detuvieron al escuchar un suave susurro.
"¿Escuchaste eso, Alely?" - preguntó Amatista, moviendo las antenitas de su disfraz.
"Sí, ¿dónde está?" - dijo Alely, mirando alrededor con curiosidad.
Decidieron seguir el sonido y, al dar la vuelta a una esquina, encontraron un hermoso claro en el bosque. En el centro había un pequeño grupo de mariposas que brillaban en diferentes colores.
"¡Mirá las mariposas, son mágicas!" - gritó Amatista, corriendo hacia ellas.
Las mariposas volaron alrededor de sus cabezas, creando un espectáculo de luces y colores. Amatista aplaudió mientras Alely se reía feliz.
"¡Vamos a jugar con ellas!" - sugirió Amatista.
Las hermanas comenzaron a correr por el claro mientras las mariposas emocionadas las seguían, dibujando figuras en el aire. Sin embargo, pronto, una mariposa de un color azul intenso se acercó a ellas y les dijo:
"Hola, pequeñas aventureras. Soy Lila, la mariposa del viento. Esta noche es especial y necesito su ayuda. ¿Pueden ayudarme a encontrar mi hogar?"
Amatista miró a Alely, que estaba quietita escuchando.
"¿Y cómo podemos ayudarte?" - preguntó Amatista.
"He perdido mi camino y tengo que regresar antes que el sol salga. Necesito que me sigan a través del bosque y me muestren el camino hacia las flores más hermosas. Ellas me guiarán a casa," - respondió Lila, batando sus alas suavemente.
"¡Sí, vamos!" - dijo Amatista emocionada. Pero Alely se veía un poco asustada.
"No, Amatista... es oscuro y tengo miedo," - murmuró Alely, abrazándose a las piernas de su hermana.
"No te preocupes, Alely. Yo estaré a tu lado. ¡Seremos valientes, como las mariposas!" - dijo Amatista, esforzándose por infundirle valor a su hermana.
Las tres comenzaron su aventura en el bosque. Mientras caminaban, Amatista le dijo a Alely:
"Si nos encontramos con algo raro, podemos usar nuestras voces. Acordáte, somos un equipo."
Mientras avanzaban, encontraron una pequeña cueva oscura.
"¿Qué hacemos, Amatista?" - preguntó Alely temblando un poco.
"Tal vez en la cueva esté una de las flores. Vamos a ver juntas!" - respondió Amatista, tomando de la mano a su hermana.
Entraron con cautela y, para su sorpresa, dentro brillaba una luz dorada.
"¡Mirá, hay flores!" - gritó Amatista, emocionada. Pero al acercarse, vieron que las flores estaban tristes y marchitas.
"¿Por qué están así?" - preguntó Alely.
Una de las flores habló:
"Nos falta alegría para florecer. Si nos cuentan un cuento divertido, tal vez recuperemos nuestra energía y podamos ayudar a Lila."
Amatista pensó un momento y comenzó a contar una historia de un reno que aprendió a bailar.
"Y cuando el reno salió a bailar, todos los animales del bosque comenzaron a reír y a aplaudir. ¡Y el reno nunca volvió a sentirse solo!" - terminó Amatista.
Las flores comenzaron a brillar y a reír, llenándose de color. ¡Habían recuperado su alegría!"¡Sí, ahora podemos ayudar!" - dijeron las flores, señalando la salida de la cueva hacia el sendero.
Las tres siguieron el camino indicado por las flores y al poco tiempo llegaron a un campo lleno de flores vibrantes que apuntaban hacia el cielo.
"¡Es hermoso!" - exclamó Lila, alegrándose al ver su hogar.
"¡Lo logramos!" - gritó Amatista, abrazando a su hermana.
"Sí, y las mariposas nos ayudaron en el camino!" - sonrió Alely.
Lila, llena de gratitud, les dijo:
"Gracias, pequeñas. Nunca olviden que la valentía y el amor fraternal pueden llevarlas a cualquier aventura. Ahora, les daré un regalo especial."
Lila voló alto y, al regresar, dejó caer un puñado de polvos de mariposa que brillaban.
"Tomad, estos polvos te darán un poco de magia cada vez que necesiten valor en sus corazones. ¡Y no olviden que siempre puede haber magia en el amor de una familia!"
Y así, Amatista y Alely, con su corazón lleno de amor y valor, volvieron a casa bajo la luz brillante de la luna, listas para contarle a sus papás sobre su mágica aventura de Halloween.
FIN.