La Noche mágica de las Hadas



Era una linda tarde de verano cuando Marga y Fio decidieron irse de campamento al bosque. Montaron su tienda bajo la sombra de un gran roble y comenzaron a contar historias y reír mientras el sol se ocultaba. La luna se asomaba entre las estrellas, y todo parecía tranquilo.

De repente, escucharon un ruido extraño, como el tintinear de pequeñas campanas.

"¿Escuchaste eso, Marga?"- preguntó Fio con emoción.

"Sí, suena como si alguien estuviera festejando. ¿Vamos a ver qué es?"- respondió Marga, con ojos curiosos.

Se levantaron de sus sleeping bags y salieron de la tienda con suaves pasos, tratando de no hacer ruido. Siguiendo el sonido de las campanillas, se adentraron más en el bosque, iluminadas por la luz de la luna. Después de caminar un rato, llegaron a un claro maravilloso.

Allí, ante sus ojos, un grupo de hadas danzaba alrededor de un pequeño estanque. Eran bellas, con alas brillantes que reflejaban la luz de la luna.

"¡Mirá, Fio! ¡Son hadas de verdad!"- exclamó Marga, emocionada.

"¡Ssshhh! No hagas ruido, no quiero que se vayan"- susurró Fio, asombrada.

Las hadas, al escuchar el murmullo, se dieron cuenta de que las chicas estaban allí. Una de ellas, que tenía alas de un azul brillante, se acercó cautelosamente.

"Hola, pequeñas amigas. No se asusten. Somos hadas del bosque y estamos celebrando la llegada de la primavera."- dijo la hada.

Fio y Marga apenas podían creer lo que escuchaban. Se presentaron y la hada, que se llamaba Lira, les explicó por qué había tantas hadas en el bosque esa noche.

"Cada año, celebramos el ciclo de la vida. Hacemos danzas, cantamos canciones y compartimos historias de valentía y amistad. ¿Les gustaría unirse a nosotras?"- preguntó Lira.

"¡Sí, claro!"- gritaron las chicas al unísono.

Marga y Fio se unieron a las hadas en su celebración, aprendiendo sobre la importancia de cuidar la naturaleza y ayudar a los demás. Bailaron, cantaron y, lo más importante, escucharon historias de amor y amistad entre las criaturas del bosque.

Mientras compartían risas, Marga tuvo una idea.

"Podríamos plantar flores en nuestra ciudad para que las hadas tengan un lugar donde venir a jugar. Esto ayudaría a que más personas conocieran su magia"- sugirió.

"¡Esa es una idea hermosa!"- gritó Fio, siempre inspirada por la creatividad de su amiga.

Entonces, Lira les dijo:

"Si logran que las personas cuiden el entorno, nosotros, las hadas, siempre regresaremos a visitarlas. Cada acción cuenta y así la magia nunca se perderá."

Las chicas prometieron hacer todo lo posible por cuidar la naturaleza y regresar a contarles a los demás sobre lo que habían aprendido aquella noche mágica.

Al llegar a la mañana, las hadas comenzaron a despedirse. Lira les dio un pequeño regalo: un collar de flores que brillaba suavemente.

"Llévenlo siempre. Les recordará que la magia se encuentra en todos nosotros cuando cuidamos al mundo que nos rodea."- dijo la hada, sonriendo.

"¡Gracias, Lira! ¡Nunca olvidaremos esta noche!"- respondieron Marga y Fio.

Las hadas se despidieron, volando hacia el cielo estrellado mientras Marga y Fio volvían a su tienda, llenas de alegría y sueños. Prometieron no solo plantar flores, sino también contar la historia a todos los que conocían.

Y así, la magia de las hadas continuó en sus corazones y se convirtió en un hermoso legado, recordando el poder de la amistad y la importancia de cuidar nuestro planeta.

FIN.

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