La noche mágica de Lucas



Había una vez una familia muy especial que vivía en una acogedora casa en la ciudad. Se acercaba la época de Navidad y estaban emocionados por celebrar juntos.

La mamá, llamada Ana, decidió decorar la casa con un hermoso árbol de Navidad. Invitó a sus hijos, Lucas y Sofía, a ayudarla a adornarlo. Juntos colocaron luces brillantes, esferas coloridas y cintas doradas. Cuando terminaron, el árbol parecía sacado de un cuento de hadas.

Mientras tanto, el papá, llamado Juan, estaba ocupado construyendo un muñeco de nieve en el jardín. Lucas y Sofía se unieron a él para darle forma al muñeco con bolas grandes y redondas hechas con nieve fresca.

Le pusieron botones como ojos y una zanahoria como nariz. Cuando terminaron su obra maestra, todos quedaron impresionados por lo bonito que lucía el muñeco de nieve junto al árbol de Navidad iluminado.

El día de Nochebuena finalmente llegó y toda la familia se reunió alrededor de la mesa para disfrutar de una deliciosa cena navideña preparada por Ana. Habían hecho empanadas argentinas tradicionales, pavo asado jugoso y panettone casero. "¡Qué rico huele todo!", exclamó Lucas mientras se sentaban a comer.

"Sí", dijo Juan sonriendo-. "Es maravilloso poder compartir esta cena tan especial en familia". Justo cuando comenzaron a comer las empanadas calentitas, un viento fuerte sopló por la ventana abierta y apagó las velas del árbol de Navidad.

Todos se sorprendieron y Sofía comenzó a llorar. "No te preocupes, Sofía", dijo Ana con calma-. "Voy a encender nuevamente las velas". Pero cuando intentó encenderlas, se dio cuenta de que no tenía fósforos.

La familia buscó en todos los cajones, pero no encontraron ninguno. "¡Qué desastre!", exclamó Juan frustrado. Sin embargo, Lucas tuvo una idea brillante.

Recordando lo mucho que le gustaba construir cosas con su papá, decidió hacer una linterna improvisada usando una pila y algunos cables. Conectó los cables a la pila y luego lo conectaron al árbol para iluminarlo nuevamente. La sala se llenó de un resplandor cálido y acogedor mientras el árbol volvía a brillar gracias a la inventiva de Lucas.

Todos aplaudieron emocionados y Sofía dejó de llorar. La cena continuó en medio de risas y alegría, sabiendo que incluso cuando las cosas no salen como se esperan, siempre hay soluciones creativas para resolver los problemas.

Esa noche, la familia aprendió que el verdadero espíritu navideño está en estar juntos y encontrar formas ingeniosas de superar cualquier obstáculo que pueda surgir en el camino.

Desde ese día en adelante, cada vez que celebraban Navidad recordaban aquel momento especial donde Lucas salvó la noche con su invento improvisado. Y así fue como esta familia descubrió el poder del trabajo en equipo y la importancia de mantener viva la magia de la Navidad en sus corazones.

FIN.

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