La Noche Mágica de Nochebuena



Era una noche estrellada y brillante en el pequeño pueblo de Flor de Cuento, donde Nochebuena, una niña de ojos curiosos, y sus dos hermanas, Alely y Amatista, estaban preparándose para una noche especial. Mientras todos se acomodaban para disfrutar de la tradicional cena navideña, algo extraño ocurrió.

"¿Vieron eso?" - preguntó Nochebuena, apuntando hacia la ventana.

"¿Qué cosa?" - respondió Alely, sin apartar la vista del horno donde hacía galletas.

"Una luz brillante en el jardín, ¡parece un fuego de artificio!" - exclamó Nochebuena, saltando de la silla.

Amatista, la más soñadora de las tres, cerró el libro que leía para mirar también.

"Vamos a ver, debe ser algo mágico" - dijo con una sonrisa.

Las tres se apresuraron hacia el jardín, donde la luz continuaba parpadeando. Al acercarse, se dieron cuenta de que no era un fuego de artificio, sino una pequeña estrella que titilaba sobre un arbusto.

"¡Es una estrella caída!" - exclamó Nochebuena, con sus ojos llenos de asombro.

"¡Debemos ayudarla!" - sugirió Alely, que siempre pensaba en cómo podían resolver los problemas.

"¿Cómo podemos ayudar a una estrella?" - preguntó Amatista, dudosa.

Justo en ese momento, la estrella habló.

"¡Hola, chicas! Soy Estrellina y he perdido mi camino. Si me ayudan a regresar al cielo, les cumpliré un deseo".

Las tres hermanas se miraron emocionadas.

"¡Un deseo!" - dijeron al unísono.

"Primero, necesitamos conseguir el polvo estelar que se encuentra en la cima de la montaña luminosa", explicó Estrellina.

Impulsadas por la aventura, Nochebuena, Alely y Amatista decidieron emprender el viaje. Con una linterna en mano y el espíritu de las festividades en sus corazones, comenzaron a caminar hacia la montaña.

Mientras avanzaban, se encontraron con diferentes obstáculos. Primero, cruzaron un arrollo que parecía no tener fin.

"¿Cómo lo hacemos?" - preguntó Nochebuena, mirando el agua cristalina.

"Construyamos un puente de ramas" - sugirió Alely, quien siempre pensaba en soluciones prácticas. Y juntas, recolectaron ramas resistentes y lograron cruzar.

Más adelante, encontraron una gran roca que bloqueaba el camino.

"No podemos pasar, es muy pesada" - lamentó Amatista.

"Pero si empujamos juntas, tal vez podamos moverla" - dijo Nochebuena con determinación. Las tres unieron fuerzas y, después de un gran esfuerzo, lograron mover la roca.

Finalmente, llegaron a la cima de la montaña luminosa, donde el polvo estelar brillaba como pequeños diamantes en la oscuridad.

"¡Lo logramos!" - gritó Alely, llena de alegría.

Estrellina apareció a su lado.

"Ahora, solo deben esparcir el polvo para que yo pueda volver a mi lugar en el cielo" - explicó.

Las hermanas echaron a volar el polvo estelar y en un instante, Estrellina comenzó a elevarse.

"¡Gracias, queridas amigas! Cumpliré su deseo."

Las chicas pensaron en lo que realmente deseaban.

"Queremos que nuestras aventuras nunca se detengan y siempre tengamos la oportunidad de ayudar a otros como hicimos esta noche" - dijo Nochebuena, mirando a sus hermanas.

Estrellina sonrió.

"Se les concederá lo que desean."

Con un resplandor brillante, la estrella se elevó al cielo y las chicas sintieron una calidez en sus corazones. Regresaron a casa, donde la cena los esperaba, pero esa noche fue diferente. Sabían que juntos podían enfrentar cualquier desafío.

En la sala, Nochebuena dijo:

"Hoy aprendí que juntos somos más fuertes".

"¡Sí! Y que siempre hay tiempo para la magia" - agregó Amatista.

"Y que ayudar a otros nos hace sentir felices" - concluyó Alely.

Desde aquel día, Nochebuena, Alely y Amatista comprendieron que cada día puede ser una aventura y que la verdadera magia está en la unión y el amor entre hermanas. Así, cada Nochebuena, celebran no solo la Navidad, sino también su compromiso de ser unidas y ayudar a quien lo necesite, haciendo de Flor de Cuento un lugar todavía más especial.

Y así terminó la mágica noche, con risas, abrazos y la promesa de nuevas aventuras en el horizonte.

FIN.

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