La Noche Mágica de Santa
Era la noche más esperada del año, la noche de Navidad. Los niños de la pequeña ciudad de Villa Juguete estaban ansiosos esperando la llegada de Santa Claus. En cada hogar, las luces parpadeaban y el aroma de galletitas recién horneadas llenaba el aire. Pero esta noche era diferente, porque Santa había tenido un accidente.
Santa, apurado por entregar los regalos a tiempo, había perdido el control de su trineo en una nevada intensa. "¡Ay, no!" - gritó mientras se deslizaba por el aire. Aterrizó suavemente en el jardín de un niño llamado Mateo. "¿Qué hago ahora?" - se preguntó, mientras su trineo, que había quedado atascado en un árbol, permanecía sin poder despegar.
Mateo, un niño de ocho años muy curioso y valiente, estaba mirando por la ventana. Fue el primero en ver el trineo atascado. "¡Mamá!" - gritó. "¡Santa Claus está aquí!"
Su madre salió corriendo. "Mateo, no puede ser" - contestó, pero al ver a Santa, su sorpresa fue inmensa. "¡Es real!"
Mateo salió corriendo al jardín y se encontró cara a cara con Santa. "Hola, Mateo. Necesito un poco de ayuda, mi amigo" - dijo Santa, sonriendo a pesar del problema.
Mateo se quedó boquiabierto. "¡Puedo ayudarte!" - dijo con entusiasmo.
Llamaron a sus amigos del barrio: Sofía, Benjamín y Lucía. En poco tiempo, todos estaban en el jardín de Mateo. "¡Santa necesita nuestra ayuda!" - exclamó.
"Hay que liberar el trineo del árbol" - sugirió Sofía. "Pero cómo, es muy pesado" - respondió Benjamín, un poco asustado.
"Podemos intentar empujarlo todos juntos" - dijo Lucía, con una gran sonrisa. "¡Unidos somos más fuertes!"
Los niños se alinearon frente al trineo. "A la cuenta de tres, empujamos todos juntos" - dijo Mateo. "Uno, dos, ¡tres!"
Los niños empujaron y, gracias a su esfuerzo, el trineo se liberó del árbol. "¡Lo logramos!" - gritaron todos al unísono.
Santa aplaudió con alegría. "¡Son unos verdaderos héroes!" - dijo mientras acariciaba sus cabezas. "Ahora, tengo que conseguir entregar todos los regalos…"
"¿Pero cómo lo vas a hacer?" - preguntó Lucía. "¡Tu trineo está dañado!"
"Podemos ayudar, Santa. ¡Vamos a hacer un nuevo trineo!" - propuso Mateo.
Y así, los niños se pusieron manos a la obra. Buscaron madera, cartón y todo lo que pudieron encontrar. Rieron y se divirtieron mientras construían un nuevo trineo.
Después de un par de horas de esfuerzo y colaboración, lograron hacer un trineo improvisado. "¡Es perfecto!" - dijo Benjamín, emocionado.
Santa miró con orgullo. "Gracias, chicos. Estoy muy feliz de tener amigos como ustedes. Vamos a hacer la entrega juntos, ¿les gustaría ir conmigo?"
Los ojos de los niños brillaron de emoción. "¡Sí!" - gritaron. Todos subieron al trineo, y Santa, con su trineo lleno de regalos, voló por el cielo estrellado. Juntos visitaron a cada casa, dejando alegría y sorpresas en cada una.
Cuando regresaron, era casi de día. "Fue la mejor noche de Navidad de todas" - dijo Lucía, con una sonrisa satisfecha. "¡Sí! Y aprendimos que si trabajamos juntos, podemos superar cualquier desafío" - añadió Sofía.
Santa se despidió de todos. "Gracias, pequeños héroes. Nunca olviden que la verdadera magia de la Navidad está en compartir con los demás. ¡Hasta el próximo año!"
Con el corazón lleno de alegría, los niños regresaron a sus casas, sabiendo que habían vivido una noche mágica y que, aunque Santa había tenido un pequeño percance, juntos habían convertido un problema en una aventura inolvidable.
Y así, la Navidad en Villa Juguete fue más brillante que nunca, gracias al esfuerzo y la amistad de todos.
FIN.