La noche mágica en el castillo de la montaña



Era una noche oscura y tormentosa cuando un grupo de amigos decidió ir a un parque de diversiones que estaba en lo alto de una montaña. El parque era muy especial, ya que se encontraba en un castillo antiguo lleno de misterios. Los amigos, Tomás, Valentina y Lucho, estaban emocionados por la aventura, pero no sabían que esa noche se encontrarían con algo extraordinario.

Mientras recorrían las atracciones, una fuerte ráfaga de viento apagó las luces del parque. "¡Ay, no! Ahora estamos perdidos!"- exclamó Valentina, mirando a su alrededor con preocupación.

"No te preocupes, Valen. Solo tenemos que encontrar la salida!"- respondió Tomás, tratando de calmarla. Lucho, que siempre estaba buscando aventuras, fue el primero en explorar el lugar. "Vamos a ver qué más hay por aquí!"-

Mientras caminaban por el sendero empapado, una sombra apareció ante ellos. Era una figura encapuchada, que resultó ser una bruja. "¿Qué hacen aquí, niños? Este no es un lugar para ustedes en una noche como esta"-, dijo con una voz resonante.

"Nos perdimos y estamos buscando la salida"-, contestó Valentina, temblando un poco.

La bruja, quien parecía más curiosa que enojada, los miró con interés. "¿Perdidos en el castillo? Hmm..."- pensó en voz alta. "Quizás pueda ayudarles, pero primero, deben demostrarme su valentía y creatividad. ¡Eso siempre me da mucha curiosidad!"

Lucho, entusiasmado, preguntó: "¿Qué tenemos que hacer?"-

"Díganme un cuento en el que haya magia y amistad. Al final, sí su historia me gusta, les mostraré el camino hacia la salida"- respondió la bruja, acomodándose en una roca mientras los miraba fijamente.

Tomás, Valentina y Lucho se miraron entre ellos, inspirándose unos a otros. "Yo empiezo!"- dijo Tomás, decidido. "Había una vez un dragón llamado Firulais que vivía en la cima de una montaña y tenía un gran sueño: volar tan alto como las nubes..."- Comenzó.

Valentina continuó: "Pero Firulais era muy tímido. Así que un día, sus amigos, una ardilla llamada Chispa y una loba llamada Luna, decidieron ayudarlo. Juntos le enseñaron a ser valiente y a creer en sí mismo..."-

Lucho hizo una pausa dramática: "Y entonces, un día, Firulais se armó de valor, y con el apoyo de sus amigos, se lanzó al vacío. ¡Y voló!"-

"¡Eso estuvo genial!"- dijo Valentina.

"Por último, Firulais no solo voló alto, sino que también trajo con él magia y alegría a su hogar"-, concluyó Lucho.

La bruja aplaudió con entusiasmo. "¡Qué hermosa historia! Me gustó como destacaron la importancia de la amistad y la valentía."

"¿En serio?"- dijo Valentina, sorprendida. "Entonces, ¿nos ayudarás a salir?"-

"Por supuesto, pequeños. La salida está justo detrás de ese arco iris que se formó por la tormenta. Recuerden siempre que la magia se encuentra dentro de ustedes mismos. ¡Y no duden en usarla!"- Con un gesto de su mano, la bruja iluminó el camino hacia el arco iris.

Los amigos, llenos de alegría y gratitud, siguieron el camino que la bruja había señalado, dejando atrás el castillo. Mientras descendían la montaña, los truenos y relámpagos se fueron desvaneciendo y provino la claridad de la luna llena.

Al llegar al pueblo, prometieron nunca olvidar la lección que aprendieron aquella noche mágica. Cada vez que se encontraran ante un desafío, recordarían la historia de Firulais y el valor que reside en la amistad.

La bruja los observó partir con una sonrisa, sabiendo que había sembrado en aquellos corazones algo mágico.

Desde entonces, cada vez que alguien se sentía perdido, los niños recordaban las palabras de la bruja y la historia del dragón valiente, y así, su amistad siempre los guió de regreso a casa.

Y así concluyó la mágica noche en el castillo, pero el verdadero viaje apenas comenzaba.

FIN.

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