La Noche Mágica en el Castillo del Alto
Era una noche oscura y tormentosa en el Parque de Diversiones de Fantasía. A pesar del clima, Matías, un niño curioso y aventurero, decidió que era el momento perfecto para explorar el lugar. Caminó por los senderos iluminados por luces de colores, pasaron por muchas atracciones, pero lo que más le intrigaba era el alto castillo que se alzaba al final del parque.
"¡Vamos a ver qué hay en ese castillo!" se dijo a sí mismo, con los ojos brillantes de emoción.
A medida que se acercaba al castillo, comenzó a llover con fuerza. Justo cuando llegó a la enorme puerta de madera, un rayo iluminó el cielo y la puerta se abrió de golpe. Matías entró, y, para su sorpresa, se encontró en una gran sala decorada con murales de colores llamativos y luces parpadeantes. En el centro, una mesa estaba cubierta de delicias de diferentes formas y sabores.
"¡Bienvenido, pequeño aventurero!" - dijo una voz melodiosa. Era una bruja, pero no parecía una bruja malvada. Tenía una gran sonrisa, un sombrero puntiagudo y una capa brillante.
"¿Vos sos una bruja de verdad?" - preguntó Matías, intrigado.
"Sí, soy la Bruja Melina. Vivo aquí, en el castillo, y tengo un don muy especial: puedo hacer que los deseos de los niños se hagan realidad, pero solo si son buenos deseos. ¿Tienes alguno?"
Matías pensó un momento y, aunque había muchos deseos en su mente, decidió preguntarle a la bruja sobre su situación.
"Me gustaría poder ayudar a otros. A veces pienso que soy solo un niño, y que no puedo hacer mucho."
La bruja sonrió nuevamente.
"¿Sabías que incluso los deseos más pequeños pueden cambiar el mundo de alguien?" - dijo con dulzura. "Te voy a dar un regalo. Cada vez que uses tu voz para ayudar o para hacer el bien, podrás iluminar el camino de otra persona. Tu luz será tu deseo cumplido."
Matías se sintió emocionado.
"¡Pero, cómo puedo hacerlo!" - exclamó.
"Con tu corazón valiente, dirigiéndote a aquellos que lo necesiten, y usando tus palabras. El verdadero poder del deseo está en compartirlo con los demás. ¡Ve! Este castillo te protegerá de la tormenta, pero el verdadero viaje está afuera."
Cuando Matías salió del castillo, la tormenta había amainado. Mirando hacia el parque de diversiones, se dio cuenta de cuántas personas estaban riendo, jugando y por sobre todo, disfrutando cada momento. Sin embargo, vio a algunas personas que parecían tristes o perdidas.
"¡Hola!" - se acercó a un grupo de niños que miraban la noria sin poder subirse. "¿Por qué no están en la noria?"
"No tenemos suficientes monedas para comprar unos boletos" - dijo una nena con una voz muy bajita.
Matías recordó el regalo de la bruja y cómo podría ayudar.
"No se preocupen, tengo unas monedas que puedo compartir" - ofreció con una gran sonrisa.
Los ojos de los niños brillaron.
"¿De verdad?" - preguntó otro niño.
"¡Sí!" - respondió Matías. "Vamos a divertirnos juntos."
Después de disfrutar en la noria y jugar en otras atracciones, Matías siguió su camino, dispuesto a ayudar a más personas. Un anciano lo detuvo en el camino.
"Perdí mi sombrero en la lluvia, ¿podrías ayudarme a buscarlo?" - pidió el hombre.
Sin dudar, Matías lo ayudó a buscar y, tras unos minutos, lo encontraron colgado de un árbol.
"¡Eres un buen chico! Muchas gracias, pequeño. Tu amabilidad ha iluminado mi día" - dijo el anciano, con un brillo en sus ojos.
Así continuó la noche: Matías ayudó a un niño a encontrar su juguete, escuchó a una niña que necesitaba compañía y compartía risas con el grupo de amigos que había formado.
Finalmente, cuando regresó al Castillo en lo alto, la Bruja Melina lo esperaba.
"Has utilizado tu luz, Matías. Veo que tu corazón está lleno de alegría."
"¡Sí! He encontrado que ayudar a otros me hace feliz. ¡Gracias, Bruja Melina!"
"Ahora recuerda, cada vez que uses tu voz con bondad, no solo ayudarás a los demás, también iluminarás tu propio camino" - dijo Melina mientras se desvanecía en un brillo de luces.
Cuando Matías salió del castillo, comprendió que en cada palabra amable y en cada acción había un poder único. Se sintió feliz, no por lo que había logrado en esa única noche, sino por la certeza de que, como niño, siempre podría marcar la diferencia en la vida de los demás. Y con eso, se aventuró de regreso al hogar, llevando en su corazón la magia de la bondad.
FIN.