La noche perdida en el pueblo



Había una vez un abuelo y su nahual, que vivían en un hermoso pueblo rodeado de montañas y bosques.

Una noche, mientras paseaban bajo la luz de la luna, se desviaron del camino y se encontraron perdidos en medio de la oscuridad. El nahual, un misterioso ser con forma de gato negro, miraba inquieto a su alrededor, mientras el abuelo trataba de recordar el camino.

-¿Estás seguro de que conoces el camino de regreso, abuelo? -preguntó el nahual con voz preocupada. -No te preocupes, mi amigo, tengo un gran sentido de la orientación -respondió el abuelo con una sonrisa tranquilizadora. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, la oscuridad y el silencio del bosque los rodeaban cada vez más.

De repente, escucharon un ruido extraño que los hizo detenerse. -¿Escuchaste eso, abuelo? -susurró el nahual, con los ojos brillando en la penumbra. -Sí, parece que viene de esa dirección -respondió el abuelo señalando hacia un sendero entre los árboles.

Decidieron seguir el sonido y, para su sorpresa, encontraron a un grupo de luciérnagas danzando en círculo.

El nahual, fascinado por la belleza de aquel espectáculo, comenzó a jugar con las luces parpadeantes, guiando al abuelo por un camino que nunca habían explorado. Después de un rato, llegaron a un claro iluminado por la luna, donde se encontraba un anciano sabio y amable, que les dio la bienvenida. -Bienvenidos, viajeros perdidos -dijo el anciano con una sonrisa.

-¿Cómo supiste que estábamos perdidos? -preguntó el abuelo sorprendido. -Las luciérnagas me contaron que necesitaban guiar a dos almas perdidas de regreso a casa -respondió el anciano con calidez.

El abuelo y el nahual se miraron asombrados, mientras el anciano los guiaba de regreso al pueblo. A partir de esa noche, el abuelo y su nahual aprendieron a confiar en la sabiduría de la naturaleza y a seguir su intuición para encontrar el camino, incluso en las noches más oscuras.

FIN.

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