La novela de Emma
Era una mañana radiante en la tranquila ciudad de Belgrano. Emma, una adolescente de quince años y fanática de la lectura, se sentó en su rincón favorito del parque con su cuaderno y un bolígrafo de colores. Desde hacía meses, había estado escribiendo una novela sobre una joven aventurera que viajaba a mundos mágicos.
"¿Estás lista para terminarla?" - le preguntó su amigo Julián mientras se acercaba con una sonrisa.
"Casi... me falta la parte más emocionante. Quiero que sea perfecto" - contestó Emma, mirando ansiosamente hacia su cuaderno.
Julián se sentó junto a ella.
"Pero ¿y si la esperas tanto que nunca la terminas?" - le dijo, intentando motivarla.
Emma suspiró. Sabía que Julián tenía razón, pero la presión de hacer algo genial la bloqueaba. De repente, escucharon un grito proveniente de un grupo de chicos que jugaban al fútbol un poco más allá.
"¡Emma! ¡Ví una mariposa gigante!" - exclamó Ana, la pequeña hermana de Emma, que corría hacia ellas con una sonrisa radiante.
"¿Dónde?" - preguntó Emma, dejando su cuaderno a un lado.
Ana apuntó con su dedo hacia un arbusto cercano.
"¡Allí! ¡Es hermosa!"
Emma decidió seguir a su hermana y pronto se encontraron ante una mariposa de colores vibrantes que danzaba entre las flores. El espectáculo era hipnotizante.
"¡Es mágica!" - dijo Ana, sorprendida.
"Sí... como el mundo de mi novela" - respondió Emma, inspirada.
Ese fue el momento revelador. Emma entendió que la belleza estaba en la imperfección y la espontaneidad, no en la búsqueda de la perfección. El día continuó, y junto a Ana y Julián, se divirtieron explorando cada rincón del parque.
Más tarde, regresaron a casa. Emma corrió a su habitación, sintiéndose renovada.
"¡Debo escribir!" - exclamó mientras se sentaba frente a su computadora. Con cada palabra que tecleaba, la historia de su protagonista cobraba vida. La joven aventurera superaba obstáculos, hacía amigos extraordinarios y enfrentaba desafíos inesperados. La mariposa que habían visto en el parque se convirtió en un personaje clave de la novela, guiando a la protagonista a través de su viaje.
A medida que pasaban los días, Emma se dedicaba a escribir cada vez más, dejando de lado la preocupación por hacerlo todo perfecto. Se reunía regularmente con Julián y Ana, compartiendo las novedades de su historia.
Un día, después de una larga jornada de escritura, se sintió lista para compartir su progreso.
"Chicos, quiero leerles un capítulo" - anunció Emma, emocionada pero nerviosa.
"¡Sí! ¡Queremos escucharlo!" - dijo Julián, haciendo un gesto amplio con los brazos.
Emma limpió su garganta y comenzó a leer. Cada palabra y frase la llenaban de energía, y los ojos de Julián y Ana brillaban de emoción.
"¡Es genial, Emma!" - exclamó Ana cuando terminó la lectura.
"Sí, tiene magia. La mariposa es increíble" - agregó Julián.
Con su confianza en aumento, Emma continuó escribiendo día tras día, hasta que finalmente, después de semanas de trabajo, escribió la última línea de su novela. Se sintió satisfecha y orgullosa de sí misma.
"¡Lo logré!" - exclamó, abrazando su cuaderno. En ese momento, sintió que había creado algo especial, algo de lo que estaba orgullosa. Decidió que no sería suficiente con guardarla bajo la cama; quería compartir su historia con el mundo.
Emma se inscribió en un concurso local para escritores jóvenes, imaginando que su novela podría ser publicada.
El gran día llegó, y todos en el parque estaban tan emocionados como ella. Cuando el jurado anunció a los ganadores, Emma sintió sus palpitaciones en su corazón.
"Y el primer premio va para... ¡Emma con su novela 'Aventuras en el Jardín Mágico'!" - dijo el jurado alzando su libro, mientras las palmas resonaban alrededor.
Los ojos de Emma se llenaron de lágrimas de felicidad, y Ana y Julián la abrazaron con fuerza.
"¡Lo hiciste, Emma!" - gritó Julián, saltando de emoción.
Desde ese día, Emma se dio cuenta de que, aunque el camino para ser escritora estaba lleno de desafíos, con la pasión y el apoyo de sus amigos, se podían lograr los sueños. Y así comenzó una nueva aventura en su vida, no solo de escritora, sino de creadora de mundos que inspirarían a otros a seguir sus propios sueños.
Y así, en la mágica ciudad de Belgrano, Emma aprendió que cada historia, por pequeña que parezca, puede volar alto cuando se comparte con el mundo.
FIN.