La Nube Avariciosa y el Arcoíris Generoso
Había una vez en un cielo azul brillante, una nube llamada la Nube Avariciosa. A ella le encantaba ver cómo sus amigas nubes se divertían creando sombras frescas para los árboles y dejando caer lluvia suave para ayudar a las flores a crecer.
Pero había algo que a la Nube Avariciosa le preocupaba. "¿Por qué todas mis amigas tienen más formas y colores que yo?"- pensaba cada vez que veía a la Nube Algodón, que era esponjosa y blanca, o a la Nube Mágica, que cambiaba de colores todos los días. En lugar de disfrutar de sus talentos, la Nube Avariciosa sentía que no era suficiente y deseaba tener lo que ellas tenían.
Un día, la Nube Avariciosa decidió que quería ser la más especial del cielo. Así que se acercó a una tormenta y le pidió que le diera un poco de su colorido.
"Por favor, tormenta, dame un poco de tu furia y destellos. Quiero brillar más que todas mis amigas"- le dijo con desesperación.
"Pero, querida nube, cada una tiene su propia belleza. No necesitas ser como los demás. Solo disfruta de lo que eres"- le respondió la tormenta.
"Pero yo quiero ser especial, ¡me hace sentir envidiosa!"- insistió la Nube Avariciosa.
La tormenta, un poco cansada de las quejas de la nube, le lanzó un rayo como advertencia: "Si sigues por el camino de la envidia, te perderás la alegría de ser tú misma"-.
Sin embargo, la Nube Avariciosa no escuchó. Al verse reflejada en el arcoíris que aparecía después de la tormenta, se puso aún más celosa. "¡Mirá cómo brilla! Yo también quiero ser un arcoíris"- gritó.
Entonces, decidió robarle el color al arcoíris. Así que se acercó sigilosamente y con un susurro dijo: "¡Dame un poco de tu color!"- Pero el arcoíris, lleno de luz y alegría, solo sonrió, "No puedo darte lo que tengo, amiga nube. Pero si compartís tu propia luz y alegría, podrías crear algo hermoso también"-.
La Nube Avariciosa no entendió. Se enredó en su propia tristeza y soledad, hasta que un día se dio cuenta de que sus amigas nubes ya no querían jugar con ella. "¿Por qué se alejan?"- pensó.n
Un día, después de un tiempo de reflexión, la Nube Avariciosa miró a la Nube Algodón jugar haciendo sombras suaves para las flores y ayudando a la Nube Lluvia a refrescar a los árboles. Se sintió tan sola que decidió pedirles perdón.
"¡Amigas, lamento no haber sido generosa con ustedes! Me dejé llevar por la envidia"- dijo, mientras ella misma comenzaba a cambiar de forma. Fue entonces que el maravilloso arcoíris volvió a aparecer sobre su cabeza, llenándolo todo de colores.
Las amigas la miraron sorprendidas. "¡Mirá, se volvió tan colorida!"- exclamó la Nube Algodón.
"Sí, y mira cuánta luz tienes, comparte tu alegría con nosotras y hagamos algo hermoso juntas"- agregó la Nube Lluvia.
Desde aquel día, la Nube Avariciosa se convirtió en la Nube Generosa. Cada vez que hacía sol, ella ayudaba a formar sombras frescas y a regalar gotas suaves para las flores. Juntas apoyaron el crecimiento de las plantas y llenaron el cielo de risas y colores.
Ahora, la Nube Generosa siempre les recordaba a las otras nubes cuánto disfrutaba ser parte del grupo. "No tengo que ser como ustedes para ser especial. Ser generosa y amar a mis amigas me hace más feliz que tener colores que no son míos"- les decía con una sonrisa brillante.
Y así, el cielo se llenó de amistad, risas y colores cada vez que las nubes trabajaban juntas, creando hermosos arcoíris después de la lluvia, recordándole a todos que ser generoso siempre es lo más hermoso y que la envidia solo trae tristeza. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.