La Nube Encantadora
Había una vez una pequeña nube llamada Nubecita que vivía en el cielo azul. Todas las demás nubes a su alrededor siempre estaban llenas de agua y podían llover cuando lo deseaban, pero Nubecita era diferente.
Por alguna extraña razón, no podía soltar ni una sola gota de lluvia. Nubecita se sentía muy triste y frustrada porque todos los demás la miraban con lástima.
"¡Pobrecita Nubecita! No puede llover como nosotros", decían las otras nubes burlándose de ella. Un día, mientras Nubecita flotaba por el cielo, se encontró con un pajarito llamado Pipiolo. Pipiolo era muy curioso y le encantaba investigar cosas nuevas.
Al ver a Nubecita tan triste, se acercó y le preguntó:"Hola Nubecita, ¿por qué estás tan triste?"Nubecita suspiró y respondió: "Es que no puedo llover como todas las otras nubes. "Pipiolo sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, seguro hay algo especial en ti que aún no has descubierto.
"Estas palabras dieron esperanza a Nubecita y juntos comenzaron a buscar respuestas. Volando por el cielo, llegaron hasta un gran árbol donde vivían los sabios búhos del bosque.
Los búhos eran conocidos por su sabiduría y conocimiento sobre todo lo que había en la naturaleza. Así que decidieron preguntarles si sabían por qué Nubecita no podía llover. "Sabios búhos, necesitamos su ayuda", dijo Pipiolo. "Nubecita no puede llover y estamos tratando de descubrir por qué.
"Los búhos se miraron entre sí y uno de ellos respondió: "Querida Nubecita, todos somos diferentes en este mundo y eso es lo que nos hace especiales. Tal vez tu misión no sea solo llover, sino algo más grandioso".
Estas palabras resonaron en el corazón de Nubecita. Se dio cuenta de que aunque no pudiera llover como las otras nubes, aún tenía un propósito importante en la naturaleza.
Llena de determinación, Nubecita decidió ayudar a los animales del bosque que estaban pasando por una sequía. Flotó sobre ellos durante días sin soltar ni una gota de agua, pero su presencia les daba esperanza y alegría. Un día, mientras Nubecita estaba sobre el bosque seco, ocurrió algo extraordinario.
Un arcoíris apareció en el cielo y comenzó a llover suavemente sobre la tierra sedienta. Todos los animales celebraron emocionados y agradecieron a Nubecita por haber estado allí cuando más lo necesitaban.
Aunque ella no pudo soltar la lluvia directamente, su energía positiva había contribuido al renacimiento del bosque. Desde ese día, Nubecita entendió que cada ser vivo tiene un propósito único en este mundo y que ella también tenía el suyo propio.
Ya no se sentía triste o frustrada porque sabía que podía hacer una diferencia incluso sin poder llover como las demás nubes.
Y así fue como Nubecita se convirtió en una inspiración para todos, enseñándoles que no importa cuán diferentes seamos, siempre podemos encontrar una manera de hacer el bien y marcar la diferencia en el mundo.
FIN.