La nube mágica


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos hermanitos llamados Candela y Manuel. Un día soleado decidieron aventurarse a explorar el bosque que se encontraba cerca de su casa.

Caminaron entre los árboles, saltaron charcos y buscaban tesoros escondidos. De repente, entre la espesura del bosque, vieron algo brillante. ¡Era una escalera! Sin pensarlo dos veces, subieron por ella con mucha emoción.

Al llegar a la cima de la escalera, quedaron sorprendidos al descubrir que estaban en una nube esponjosa y blanca. - ¡Wow! ¿Estamos en una nube? - exclamó Candela emocionada. - Sí, parece que sí - respondió Manuel con ojos llenos de asombro.

Mientras disfrutaban de las vistas desde lo alto de la nube, comenzaron a escuchar un hermoso trinar. Se acercaron sigilosamente hacia el sonido y se encontraron con unos simpáticos pajaritos cantando alegremente. - Hola amiguitos pájaros - saludó Manuel tímidamente.

Los pajaritos los miraron curiosos y luego les dieron la bienvenida con sus melodiosas voces. A partir de ese momento, Candela y Manuel se hicieron amigos inseparables de aquellos adorables pajaritos. Durante días enteros jugaron juntos en aquella mágica nube.

Los pájaros les enseñaron canciones nuevas e incluso les contaron historias increíbles sobre otros lugares del mundo que ellos habían visitado volando libremente por el cielo azul.

Un día, mientras comían algodón de azúcar que los pájaros habían traído especialmente para ellos, Candela y Manuel tuvieron una idea brillante. - ¿Y si compartimos nuestra amistad con todos los niños del mundo? - sugirió Candela emocionada. Manuel asintió con entusiasmo y juntos comenzaron a idear un plan.

Decidieron construir una escalera mágica para llevar a otros niños hasta la nube y así puedan disfrutar de la compañía de los pajaritos y el algodón de azúcar. Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, Candela y Manuel lograron construir su propia escalera.

La colocaron en el bosque, esperando que algún niño aventurero la encontrara. Poco tiempo después, una niña llamada Sofía encontró la escalera mágica. Subió por ella con curiosidad hasta llegar a la nube donde fue recibida por Candela, Manuel y los pajaritos cantores.

Sofía se maravilló al ver aquel lugar tan especial y rápidamente se hizo amiga de todos. Juntos disfrutaron de largas tardes jugando entre las nubes, aprendiendo nuevas canciones y riendo sin parar.

Así pasaron los días, más niños encontraban la escalera mágica gracias a su espíritu aventurero. Pronto, muchos pequeños amigos llenaban la nube con risas y diversión; cada uno compartiendo sus historias e ideas creativas.

Candela y Manuel se dieron cuenta de lo importante que era compartir su alegría y amistad con otros niños. Aprendieron sobre el valor del trabajo en equipo, la generosidad y el amor por la naturaleza.

Y así, en aquella nube mágica, los niños aprendieron que no hay límites para la imaginación y que juntos pueden hacer cosas maravillosas. La amistad y el compañerismo se convirtieron en los pilares de su pequeño mundo en las alturas.

Cada vez que un niño encontraba la escalera mágica, se sumaban a esta gran aventura llena de risas y sueños compartidos. Candela, Manuel y todos sus amigos pájaros descubrieron que la felicidad verdadera está en compartir momentos especiales con quienes amamos.

Y así continuaron viviendo sus días llenos de alegría y magia hasta que llegara el momento de bajar por la escalera mágica y regresar a casa. Pero siempre recordarían aquellos días inolvidables en su nube maravillosa, donde los pájaros cantores les enseñaron lo valioso que es tener amigos verdaderos.

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