La nueva hechicera de Hogwarts



En el mágico castillo de Hogwarts, donde cada rincón está lleno de historia y aventuras, se preparaba un nuevo año escolar. Todos los estudiantes estaban emocionados, pero había uno que esperaba con más ansias que los demás: el nuevo integrante que se uniría esa semana.

El día del inicio de clases llegó y, entre los nuevos estudiantes, apareció una pequeña de cabello rizado y ojos curiosos. Su nombre era Elba, y venía de un pequeño pueblo en las montañas. Nadie en Hogwarts conocía su historia, pero su energía era contagiosa.

"Hola a todos, soy Elba, ¡y estoy ansiosa por aprender magia!" - dijo con una gran sonrisa al llegar al Gran Comedor.

Los demás estudiantes la miraron con curiosidad. Algunos de ellos eran parte de las casas más conocidas, como Gryffindor y Slytherin. Aún así, la alegría de Elba cautivó a varios chicos que se acercaron a ella.

"Yo soy Pablo, de Gryffindor. ¿Te gustaría unirte a nosotros en la próxima clase de vuelo?" - le propuso uno de ellos.

"¡Me encantaría! Pero no sé volar, acabo de llegar" - respondió Elba, con un toque de timidez en su voz.

Sin embargo, su entusiasmo era tan contagioso que pronto se convirtió en parte del grupo. En su primera clase, el profesor Hooch les mostró cómo montar las escobas. Elba observaba atentamente, tratando de memorizar cada movimiento.

"Recuerda, la escoba es como un amigo. Tienes que confiar en ella" - dijo la profesora mientras volaba con gracia.

Cuando fue su turno, Elba subió con cautela a la escoba, pero en lugar de volar, se deslizó torpemente hacia un lado y terminó aterrizando en un arbusto. Todos rieron y el corazón de Elba se encogió un poco.

"No te preocupes, Elba. Todos comenzamos así" - le dijo Rosa, una compañera de Hufflepuff.

A medida que pasaban los días, Elba comenzó a descubrir su talento oculto. No solo era buena en vuelo, sino que también tenía un don especial para la herbología. Ella podía comunicarse con las plantas, algo que ningún otro estudiante podía hacer.

Un día, mientras exploraba el jardín de hierbas, escuchó un susurro. Era una planta que necesitaba ayuda.

"¡Ayúdame, pequeña hechicera!" - decía la planta en voz baja.

Elba se acercó con cuidado.

"¿Qué sucede?" - preguntó.

"Estoy atrapada en el barro y no puedo crecer. Si me ayudas, te enseñaré un hechizo especial" - se ofreció la planta.

Sin pensarlo dos veces, Elba corrió a buscar sus herramientas. Con mucho esfuerzo, pudo liberar a la planta del barro. Cuando lo hizo, la planta le sonrió.

"Gracias, Elba. Como promesa, te enseñaré a crear brebajes mágicos" - dijo la planta, que resultó ser una rareza mágica llamada Mandrágora Amistosa.

Con el tiempo, la noticia sobre el talento de Elba se esparció por Hogwarts, y todos estaban ansiosos por aprender de ella. Empezó a dar pequeñas clases sobre cómo cuidar las plantas mágicas y sus poderes.

"¡Elba, este es el mejor hechizo que he aprendido!" - exclamó Pablo mientras todos intentaban crear un delicioso zumo de mandrágora.

Sin embargo, el clima se tornó oscuro. Un antiguo hechizo de revivir plantas marchitas había comenzado a afectar el castillo. Todo tipo de plantas estaban creciendo descontroladamente en los pasillos y aulas de Hogwarts.

"Esto se está volviendo caótico, necesitamos ayuda" - dijo la profesora McGonagall mientras observaba a los estudiantes.

Elba, al ver la preocupación, se armó de valor y decidió que era su momento de actuar.

"¡Yo sé cómo detenerlo!" - anunció con determinación.

"Pero es peligroso, Elba. No queremos arriesgarte" - le respondió Rosa.

"Necesito del apoyo de todos ustedes. Juntos, podemos hacerlo" - insistió Elba.

El grupo se reunió y elaboraron un plan. Usaron su conocimiento combinado para canalizar la magia de la Mandrágora Amistosa en un enorme hechizo que detendría la proliferación de las plantas descontroladas.

Una vez que ejecutaron el hechizo, una ráfaga de luz iluminó el castillo y, como por arte de magia, todo volvió a la normalidad.

"Lo conseguimos, Elba. Eres increíble" - le dijo Pablo con admiración.

Elba se dio cuenta de que había encontrado su lugar en Hogwarts. No solo había llegado como una nueva estudiante, sino que se había convertido en una líder y amiga. Ella había inspirado a muchos a descubrir sus talentos y a trabajar juntos, mostrando que la verdadera magia reside en la unión y el apoyo mutuo.

Así, el año en Hogwarts culminó con un festival en honor a Elba, donde todos celebraban la amistad, los nuevos comienzos y el poder de ser uno mismo. Y aunque cada estudiante tenía sus propias habilidades, lo más importante que aprendieron fue que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

FIN.

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