La obra maestra de la amistad


Había una vez un niño llamado Amaru que vivía en el hermoso valle de Luribay. Amaru era un niño muy divertido y travieso, pero lo más especial de él era que era ciego desde que nació.

A pesar de su discapacidad, siempre estaba lleno de alegría y tenía muchas ganas de aprender. Amaru era el hermano menor de una gran familia con siete hijos.

Sus padres siempre se aseguraban de cuidarlo y protegerlo, pero había algo que hacía a Amaru aún más feliz: su perro Dilan. Dilan era un fiel compañero negro como la noche, siempre dispuesto a ayudar a Amaru en todo momento. Cada mañana, Amaru y Dilan iban juntos a la escuela.

El perro conocía el camino perfectamente y nunca se separaba del lado de su amigo ciego. Juntos atravesaban campos verdes y ríos cristalinos hasta llegar al pequeño colegio del pueblo.

Sin embargo, en la escuela no todo era tan maravilloso como parecía. Algunos niños eran crueles con Amaru debido a su discapacidad visual. Se burlaban de él e incluso le decían cosas hirientes.

Un día, mientras jugaban en el recreo, algunos niños comenzaron a reírse y hacer comentarios desagradables sobre la forma en que Amaru caminaba sin poder ver. El corazón del pequeño se sintió triste y lleno de dolor por las palabras hirientes. Pero Dilan no permitiría que nadie lastimara a su amigo sin consecuencias.

Corrió hacia los niños maliciosos ladrando fuerte para asustarlos. Los niños se sorprendieron y rápidamente se dispersaron, dejando a Amaru en paz. Amaru, con lágrimas en los ojos, acarició a Dilan y le susurró: "Gracias por defenderme, amigo fiel".

A partir de ese día, ambos sabían que siempre estarían ahí el uno para el otro sin importar qué. El tiempo pasó y Amaru siguió luchando contra la discriminación en la escuela.

Pero cada vez que alguien intentaba hacerle daño, Dilan estaba allí para protegerlo y recordarle lo valioso que era. Un día, durante una clase de arte, la maestra propuso un proyecto especial. Cada alumno debía pintar un cuadro que representara algo importante en sus vidas.

Todos estaban emocionados ante esta oportunidad de expresarse. Amaru no podía ver los colores ni las formas del mundo exterior, pero tenía una imaginación increíblemente vívida. Tomó su pincel y comenzó a pintar con dedicación.

Sus trazos eran llenos de amor y alegría. Cuando llegó el momento de presentar los cuadros al resto de la clase, todos quedaron boquiabiertos al ver la obra maestra de Amaru.

Su cuadro mostraba a él mismo junto a Dilan caminando juntos hacia un futuro lleno de esperanza y amistad verdadera. Las lágrimas brotaron en los ojos de todos aquellos niños que alguna vez habían discriminado a Amaru.

Se dieron cuenta del error que habían cometido al juzgar a alguien por su apariencia física o discapacidad. Desde ese día, Amaru y Dilan se convirtieron en un ejemplo de amistad y superación para todos en la escuela.

La discriminación desapareció y los niños aprendieron a valorar a las personas por lo que son en su interior. Amaru demostró que no importa cuántas dificultades tengamos en la vida, siempre hay una manera de superarlas con valentía y amor.

Y Dilan, el perro fiel, enseñó a todos que el verdadero valor de una persona no está en su apariencia física, sino en la bondad y lealtad del corazón. Y así fue como Amaru y Dilan vivieron felices para siempre, dejando un legado de amor y comprensión en el valle de Luribay.

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