La Oca Valiente



Había una vez, en un tranquilo estanque, una pequeña oca llamada Oliva. De sus hermanos, ella era la más diferente, y no precisamente porque tuviera una pluma especial. Era un poco más grande, a su cuerpo le faltaban algunas plumas y tenía un color gris apagado. Los patitos de la manada la miraban con cierta burla y preferían jugar entre ellos.

"¡Mirá a Oliva!", reía un patito llamado Tico. "Nunca va a volar como nosotros."

Oliva, sintiéndose triste, trataba de unirse a sus juegos. Pero los patitos siempre la dejaban de lado. Aunque no tenía la misma apariencia que ellos, Oliva tenía un corazón lleno de sueños y un gran deseo de ser parte de la manada.

Pasaron los días, y mientras Oliva se adentraba en la adolescencia, su cuerpo comenzó a transformarse. Poco a poco, sus plumas comenzaron a brotar, y su color grisáceo se volvía cada vez más brillante. Un día, mientras nadaba sola en el estanque, un grupo de patos llegó, y Oliva notó que muchos de ellos eran tan sólo sombras de lo que podían ser.

"¿Por qué siempre se burlan de mí?", le preguntó a Tico mientras se acercaba a él, mostrando sus nuevas plumas brillantes.

"Ahora que has crecido, parecés una oca hermosa pero…", Tico titubeó, "sos distinta. No podés volar como nosotros."

Oliva, firme en su decisión, no se desanimó. Decidió entrenar para volar. Cada día, con mucho esfuerzo, intentaba levantar el vuelo. Mientras tanto, los patitos continuaban riéndose de ella.

"¿Vas a seguir tratando? Nunca lo lograrás", bromeó otro patito.

Pero Oliva no se rindió. Con paciencia y esfuerzo, diseñó un plan. Se despertaba bien temprano y practicaba, a veces incluso se caía al agua, pero siempre se levantaba. Un día, mientras pateaba el agua, una anciana pata la vio.

"¿Qué te pasa, joven oca?", le preguntó.

"Quiero volar con los demás, pero me dicen que nunca lo haré", respondió Oliva.

La pata anciana sonrió. "La belleza no solo está en las plumas, sino en la valentía de intentarlo. Sigue practicando. No dejes que otros te digan qué puedes o no puedes hacer. La verdadera belleza está dentro de uno mismo."

Inspirada por sus palabras, Oliva siguió. Pasó semanas entrenando, y un día, mientras la brisa soplaba suave sobre el estanque, sintió que era hora de intentarlo otra vez. Oliva tomó impulso y, ¡voilá! , sus alas se abrieron y se elevó al aire. Voló en círculos, disfrutando de la libertad que tanto anhelaba.

Los patitos miraron, sorprendidos. "¡Guau, miren a Oliva!", exclamó Tico.

Oliva aterrizó con gracia. "¿Ves? Esto es lo que pasa cuando uno intenta. La apariencia no es lo único que importa; lo que realmente cuenta es lo que somos por dentro."

Desde ese día, Oliva fue conocida como la oca más intrépida del estanque. Los patitos se dieron cuenta de que sus burlas habían sido injustas, y comenzaron a ver a Oliva de una manera diferente.

"Perdón por haberte hecho sentir mal", se disculpó Tico, acercándose a ella. “Nunca debimos subestimarte."

Oliva sonrió y dijo: "Todos somos diferentes, y eso es lo que nos hace especiales. Cada quien tiene su propio camino."

Y así, Oliva no solo encontró su lugar en el estanque, sino que se volvió inspiradora para aquellos que la rodeaban. Aprendió que ser diferente no es un defecto; ¡es un regalo! Desde entonces todos vivieron en armonía, recordando que cada uno tiene su momento de brillar.

Y cada vez que un patito miraba al cielo y veía volar a Oliva, sabía que lo más importante no era cuán bonitos eran, sino lo que llevaban en su interior.

Así fue como Oliva, la oca que parecía fea en su infancia, se convirtió en la oca más valiente y sabia del estanque.

FIN.

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