La ola valiente
Había una vez una niña llamada Salomé que vivía en un pequeño pueblo junto al mar.
Desde muy pequeña, a Salomé le encantaba el agua y siempre estaba emocionada cuando llegaba el momento de ir a nadar con sus padres en los paseos. Cada fin de semana, Salomé se despertaba temprano y se preparaba para su aventura acuática. Ella sabía que pasaría un día lleno de diversión y risas mientras chapoteaba en las olas con sus padres.
Un sábado soleado, Salomé se levantó aún más emocionada que de costumbre. Habían anunciado un concurso de natación en la playa del pueblo y ella quería participar.
Corrió hacia la cocina para desayunar rápidamente antes de dirigirse al lugar del evento. Cuando llegaron a la playa, Salomé vio a muchos niños esperando ansiosos su turno para competir. Estaban todos vestidos con sus trajes de baño coloridos y gafas de natación brillantes.
La emoción era palpable en el aire. Salomé miró a sus padres con ojos suplicantes: "¿Puedo participar también?", preguntó ilusionada. Sus padres intercambiaron una mirada orgullosa y sonrieron. Sabían lo mucho que le gustaba nadar a su hija y no podían negarle esa oportunidad.
"¡Claro que sí, cariño!", respondió su papá. "Ve y regístrate". Saltando de alegría, Salomé corrió hacia la mesa donde estaban inscribiendo a los participantes del concurso.
Mientras esperaba su turno, observó a los otros niños practicando sus movimientos de natación en el mar. Finalmente llegó el momento de la competencia. Salomé se colocó en la línea de salida junto con los demás nadadores.
Miró a sus padres que estaban animándola desde la orilla y sintió un cosquilleo de emoción recorrer su cuerpo. El silbato sonó y todos se lanzaron al agua como delfines. Salomé puso todo su esfuerzo en cada brazada, recordando las técnicas que sus padres le habían enseñado durante sus paseos acuáticos.
A mitad de la carrera, ocurrió algo inesperado. Una ola gigante se levantó frente a ellos, amenazando con derribar a los nadadores más pequeños. La mayoría se asustó y comenzaron a gritar pidiendo ayuda.
Pero Salomé no dejó que el miedo la dominara. Recordando lo que le habían enseñado sobre cómo enfrentarse a situaciones difíciles, decidió confiar en sí misma y seguir adelante.
Con determinación, nadó hacia la ola y comenzó a surfear sobre ella como si fuera una experta surfera. Los demás competidores quedaron sorprendidos por su valentía y habilidad para enfrentar el desafío. Al finalizar la carrera, Salomé salió del agua victoriosa mientras todos aplaudían emocionados por su increíble actuación.
Sus padres corrieron hacia ella para felicitarla por su logro. "¡Eso fue impresionante!", exclamó su mamá orgullosamente. "Sabíamos que tenías talento, pero nunca imaginamos que podrías superar una ola tan grande", agregó su papá.
Salomé sonrió y les agradeció por haberle enseñado a no tener miedo y confiar en sí misma. Aprendió que, aunque las situaciones puedan parecer difíciles, siempre hay una forma de enfrentarlas si uno se lo propone.
Desde ese día, Salomé continuó nadando con sus padres en los paseos. Pero ahora también participaba en competencias y eventos acuáticos, inspirando a otros niños a perseguir sus sueños y enfrentar cualquier desafío con valentía.
Y así, la pequeña Salomé demostró al mundo que no importa cuán grandes sean las olas de la vida, siempre podemos aprender a surfear sobre ellas y alcanzar nuestras metas.
FIN.