La orquesta de la cocina



Valentín y Fabricio eran dos amigos inseparables que disfrutaban pasar tiempo juntos. Un día, decidieron reunirse en la casa de Valentín para escuchar música y bailar. - ¡Hola, Valentín! -saludó Fabricio mientras entraba a la casa-.

¿Estás listo para una tarde llena de diversión? - ¡Claro que sí, Fabricio! Tengo preparada una playlist con las mejores canciones. Vamos a bailar hasta cansarnos -respondió emocionado Valentín.

Los dos amigos se sentaron frente al equipo de sonido y comenzaron a reproducir las canciones. La música llenó la habitación y los chicos no pudieron evitar moverse al ritmo de las melodías. - ¡Esta es mi canción favorita! -exclamó Fabricio mientras empezaba a bailar con entusiasmo.

Valentín también se dejó llevar por el ritmo y pronto ambos estaban saltando y girando por toda la sala. Pero justo cuando estaban más emocionados, ocurrió algo inesperado: el equipo de sonido se apagó repentinamente.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvo la música? -preguntó Valentín desconcertado. Fabricio miró el enchufe del equipo de sonido y descubrió que estaba desenchufado. Probablemente, alguien lo había movido sin darse cuenta. - Tranquilo, Valentín.

Solo necesitamos volver a enchufarlo -dijo Fabricio mientras buscaba un alargador para alcanzar el enchufe más cercano. Pero cuando intentaron conectar nuevamente el equipo, notaron que no funcionaba correctamente. Parecía haberse dañado durante el apagón repentino. - ¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora? -se preocupó Valentín-.

No podemos bailar sin música. Fabricio pensó por un momento y luego sonrió con una idea brillante. - ¡Tengo una solución! -exclamó-. Vamos a crear nuestra propia música.

Los dos amigos comenzaron a buscar objetos en la casa que pudieran utilizar como instrumentos improvisados. Encontraron ollas, cucharas, botellas vacías y hasta un par de palos de escoba. Organizaron los utensilios en forma de batería y empezaron a golpearlos al ritmo de sus canciones favoritas.

A pesar de no tener la música original, Valentín y Fabricio se divirtieron mucho creando su propio ritmo. Bailaban y reían mientras tocaban sus —"instrumentos"  caseros. De repente, alguien llamó a la puerta. Era el vecino más anciano del barrio, Don Pancho.

Se había acercado para ver qué estaba pasando debido al ruido proveniente de la casa de Valentín. - ¿Qué están haciendo chicos? -preguntó curioso Don Pancho-. Parece que están teniendo mucha diversión aquí adentro.

Valentín y Fabricio explicaron lo ocurrido con el equipo de música y cómo habían decidido crear su propia música con objetos cotidianos. Don Pancho sonrió y les dijo: "Chicos, me encanta ver cómo hacen uso de su creatividad.

La verdadera diversión está en encontrar soluciones cuando las cosas no salen como esperamos". Los tres terminaron bailando juntos al ritmo de los —"instrumentos"  improvisados. Fue una tarde llena de risas, amistad e imaginación.

Desde aquel día, Valentín y Fabricio aprendieron a no depender siempre de lo que tenían a su disposición. Descubrieron que la creatividad y el trabajo en equipo pueden convertir cualquier situación negativa en una oportunidad para divertirse y aprender algo nuevo.

Y así, cada vez que se encontraban sin música, recordaban aquella tarde especial y volvían a crear su propia melodía con objetos cotidianos. Porque la música está en todas partes, solo hay que saber escucharla.

FIN.

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