La Oruga Hambrienta
Había una vez, en el bello jardín de la señora Margarita, una pequeña oruga muy hambrienta llamada Renata. Renata era una oruga muy curiosa y siempre quería probar algo nuevo para comer. Un día, salió en busca de su comida favorita, las hojas verdes y jugosas. Por el camino, se encontró con varios animalitos del jardín.
- Hola, Renata, ¿a dónde vas tan apurada? - le preguntó la mariquita. - ¡Hola! Voy en busca de algo delicioso para comer, tengo mucha hambre -respondió Renata. - ¿Por qué no pruebas estas hojas? Son las más sabrosas del jardín - sugirió la mariquita. Renata siguió el consejo y se puso a comer las hojas, pero pronto se aburrió de su sabor y decidió probar algo nuevo.
Así, Renata pasó el día probando diferentes hojas y flores, siempre buscando algo que saciara su apetito insaciable. Sin embargo, al atardecer, se dio cuenta de que no había dejado nada para las demás criaturas del jardín.
- Renata, estás comiendo mucho y no dejas nada para los demás. Deberías aprender a no ser tan glotona -le dijo la abeja Maya. Renata se sintió triste al escuchar las palabras de Maya y se dio cuenta de que había sido egoísta.
Desde ese día, Renata decidió comer con moderación y compartir con los demás animalitos del jardín. Descubrió que al hacerlo, no solo se sentía mejor, sino que también ganaba amigos. Aprendió que la verdadera felicidad se encuentra en compartir y ser considerada con los demás.
Y así, Renata se convirtió en una hermosa mariposa, dejando atrás su vida de oruga hambrienta. Siempre recordaba la lección que había aprendido: que es importante compartir y ser considerado con los demás.
Moraleja: Compartir y ser considerado con los demás nos hace más felices y nos permite ganar amigos.
FIN.