La oruga que hizo su sueño realidad
Había una vez en un hermoso jardín una oruga llamada Clara. Desde que era muy pequeña, soñaba con volar. Todos los días levantaba la mirada al cielo, viendo a las mariposas bailar entre las flores como si fueran estrellas en el aire. Pero ella sabía que era solo una oruga y que no podía volar.
Un día, mientras comía un sabroso trozo de hoja, escuchó a una mariposa llamada Sofía.
"¡Hola, oruguita! ¿Por qué te ves tan triste?" - preguntó Sofía, posándose a su lado.
"Porque quiero volar como vos, pero soy solo una oruga y no sé si eso se hará realidad nunca". - respondió Clara, mirando al suelo.
Sofía sonrió y dijo:
"Dejame decirte un secreto, Clara: ¡cada mariposa fue una oruga como vos! Si realmente lo deseas, podés transformarte y volar por el cielo".
Clara se emocionó.
"¿De verdad puedo hacerlo?" - preguntó con ojos brillantes.
"Sí, pero primero tenés que creer en ti misma y tener un poco de paciencia". - le aconsejó Sofía.
Animada por las palabras de la mariposa, Clara decidió que tenía que intentarlo. Así que comenzó a comer más hojas, fortaleciendo su cuerpo. Sin embargo, sus amigos en el jardín, como el saltamontes Pedro y la luciérnaga Lila, la miraban preocupados.
"Clara, ¿estás segura de que esto es lo que querés?" - le preguntó Pedro.
"¡Sí! Quiero volar, como Sofía. Voy a hacer todo lo que pueda para llegar allí". - respondió Clara con determinación.
Después de unos meses de comer y descansar, Clara finalmente sintió que era el momento de entrar en su capullo. Se envolvió en una suave seda y cerró los ojos, soñando con el cielo y las flores. Sin embargo, durante su tiempo en el capullo, comenzó a dudar de sí misma.
"¿Y si nunca puedo volar? ¿Y si soy solo una simple oruga?" - se preguntó.
Un día, mientras estaba en su capullo, recordó las palabras de Sofía:
"Cada mariposa fue una oruga...".
"Debo confiar en mí misma". - se dijo Clara, y con esta nueva energía, comenzó a romper el capullo.
Cuando finalmente salió, se encontró con un hermoso par de alas brillantes. Era una mariposa impresionante. Clara aleteó sus alas y sintió el viento por primera vez. Pero, ¡oh no! En su ansiedad, olvidó cómo volar.
"¡Ay, no!" - exclamó Clara, mirando al suelo vacío.
Fue justo en ese momento que Sofía apareció de nuevo.
"¡Lo conseguiste, Clara! Ahora, ¡a practicar!" - dijo emocionada.
Clara intentó elevarse, pero sólo hizo pequeños saltos. Después de varios intentos, se sintió desanimada.
"A lo mejor esto no es para mí..." - murmuró.
"No te rindas, amiga. Volar no es algo que se aprende de inmediato. ¡Tenés que intentarlo y ser paciente!" - la alentó Sofía.
Clara respiró hondo y volvió a intentarlo. Luego de varios intentos, con cada vez que se caía, se levantaba más decidida. Finalmente, un día, cuando el sol brillaba alto, Clara dio un salto y, ¡ZAS! , batió sus alas con furia y se elevó en el aire.
"¡Lo logré! ¡Estoy volando!" - gritó con alegría.
Clara giró y dio vueltas en el aire, sintiéndose libre como un pájaro. Descubrió que no solo podía volar, sino también realizar acrobacias y danzas en el cielo. Sus amigos del jardín la miraban asombrados.
"¡Eres la más bonita, Clara!" - gritó Lila.
Después de un tiempo, volvió a su jardín, llena de entusiasmo.
"Quiero enseñarles a los demás que también pueden volar, como yo lo hice". - dijo Clara, con una sonrisa.
Y así, Clara se convirtió en una maestra de vuelo, alentando a otras orugas a creer en su potencial. No solo mostró el arte de volar, sino también la importancia de la perseverancia y la autoconfianza.
Con el tiempo, el jardín se llenó de mariposas, cada una con sus historias inspiradoras de transformación. Clara nunca olvidó sus raíces, y cada vez que levantaba el vuelo, recordaba que los sueños pueden hacerse realidad si creemos en nosotros mismos y no dejamos de intentar, incluso cuando el camino sea difícil.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.