La Oruga Valiente



Había una vez en un hermoso jardín, una oruga llamada Lila. Mientras sus amigas, las demás orugas, hablaban emocionadas sobre su próxima transformación en mariposas, Lila se encogía de hombros. A ella no le gustaba la idea de convertirse en algo tan diferente.

"¿Por qué tengo que ser una mariposa?" - le decía a sus amigas. "Me gusta ser una oruga y comer hojas todo el día. No entiendo por qué todos están tan entusiasmados con las mariposas."

Sus amigas, Carla y Sofi, la miraban con sorpresa.

"¡Lila! ¡Es lo más lindo del mundo! ¡Vas a volar!" - exclamó Carla.

"Y tu color será hermoso, como un arcoíris" - agregó Sofi.

Pero Lila no se dejaba convencer. Durante semanas, vio cómo sus compañeras se preparaban para su cambio, mientras ella continuaba siendo la misma oruga de siempre. Las risas y alegrías de las otras orugas resonaban a su alrededor, pero Lila sentía que nadie la entendía.

Un día, un grupo de mariposas sobrevoló el jardín. Lucían tan libres y felices, que Lila sintió un cosquilleo en su estómago. Sin embargo, cuando las mariposas descienden para posarse a su lado, una de ellas, llamada Bella, miró a Lila y le dijo:

"¿Por qué no te preparas para la transformación, pequeña oruga? Todos tienen que pasar por ello."

Lila, molesta, respondió:

"No quiero ser como ustedes. Cada quien es diferente, y yo prefiero estar en mi mundo, siendo una oruga."

Las mariposas intercambiaron miradas, algo desconcertadas. Luego, Bella sonrió y dijo:

"Eso no está mal, pero recuerda que también puedes ser quien quieres ser sin dejar de ser tú."

Esto dejó a Lila pensando. Mientras tanto, sus amigas la seguían animando a cambiar.

"Si no te transformás, te vas a perder de algo increíble" - insistió Sofi.

Después de unos días, Lila se sintió confundida. Por un lado, amaba ser una oruga y disfrutaba de su vida tranquila, pero, por otro lado, el deseo de volar y ver el mundo desde las alturas la intrigaba.

Un día, mientras comía en la cima de una hoja, Lila vio cómo Carla y Sofi brillaban al sol, ya casi listas para su transformación.

"¡Lila! ¡Mirá! ¡Estamos a punto de volar!" - gritaron al unísono.

Con un nudo en la garganta, Lila se sentó a reflexionar. Entonces, una pequeña idea comenzó a crecer en su mente.

"¿Y si me transformo, pero elijo lo que quiero ser después? ¿Tal vez puedo ser una mariposa pero decidir si volar o no?" - pensó para sí misma.

Esa noche, Lila decidió comenzar su metamorfosis. Se envolvió en un capullo, aunque todavía estaba un poco asustada.

Pasaron varios días en los cuales Lila tuvo tiempo para pensar en todo lo que había aprendido. Finalmente, el día llegó. Lila se sintió inquieta y emocionada, y al romper el capullo, se dio cuenta de que había crecido y cambiado.

Cuando Lila emergió, sus amigas no podían creerlo.

"¡Lila! ¡Sos una mariposa!" - gritó Sofi, llena de alegría.

Lila movió sus alas con una mezcla de emoción y nerviosismo.

"Sí, ¡pero me gusta llevar mi propio ritmo!" - anunció.

Las mariposas miraron a Lila.

"¡Eso es increíble! “ - exclamó Bella.

Desde ese día, Lila se convirtió en un símbolo de valentía y autenticidad en el jardín. Volaba cuando quería, y comía hojas cuando lo deseaba. Pronto, las demás orugas comprendieron que no había una forma correcta de ser, y que respetar la decisión de otros era muy valioso.

- “Al final, ser feliz es lo más importante,” - reflexionó Carla, mientras observaban a Lila volar con gracia sobre el jardín.

Y así, Lila se convirtió en una maravillosa mariposa, mostrando a todos que ser uno mismo es un valor fundamental en la vida. El jardín se llenó de risas y aprendizajes sobre la aceptación, la diversidad y el valor de elegir lo que realmente uno quiere ser.

FIN.

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