La Oruga Valiente y su Error



Había una vez, en un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, una pequeña oruga llamada Lila. Lila era curiosa y siempre tenía ganas de explorar. Su mamá le había dicho que debía alimentarse solo de hojas verdes y jugosas, pero a Lila le gustaba probar cosas nuevas. Un día, mientras se arrastraba por una rama, vio algo brillante y colorido en el suelo.

"¡Qué hermoso!" - exclamó Lila. "¿Y si lo pruebo? Puede que sea delicioso."

La pequeña oruga, llena de entusiasmo, se acercó a lo que parecía ser un pedazo de fruta brillante. Era un dulce de colores que había caído de un picnic. Sin pensarlo dos veces, Lila comenzó a comerlo.

"¡Mmm, qué rico!" - dijo Lila mientras disfrutaba cada bocado. Pero algo no parecía estar bien. De repente, comenzó a sentirse un poco extraña.

Pasaron las horas y Lila, que antes se movía ágilmente, comenzó a sentirse un poco pesada. Al caer la noche, decidió descansar en una hoja. Mientras miraba las estrellas, pensó:

"Quizá no debía haber comido eso. Me siento rarísima."

Al día siguiente, su amiga la mariquita, Pinta, vino a visitarla.

"Hola, Lila, ¿qué te pasa? Te veo un poco diferente."

"Hola, Pinta. Comí algo que no debía y ahora no me siento muy bien."

Pinta se rió un poco, pero, al ver la cara preocupada de Lila, se puso seria.

"Te dije que no probaras cosas que no son hojas. Tu mamá tiene razón. Tienes que alimentarte bien para crecer fuerte y hermosa."

Lila, dándose cuenta de su error, le respondió:

"Sí, tienes razón. Necesito volver a las hojas."

Así, Lila decidió dejar de pensar en el dulce y concentrarse en encontrar un buen almuerzo. Caminó un poco y encontró las hojas verdes que siempre le habían encantado. Comió una buena porción, y poco a poco, comenzó a sentirse mejor.

"¡Qué diferencia!" - exclamó. "Estas sí son deliciosas y me hacen sentir fuerte."

Con el tiempo, Lila aprendió que las cosas que brillan no siempre son lo mejor para ella. Y así, siguió explorando el jardín pero con más precaución. Su curiosidad la llevó a descubrir un sinfín de hojas diferentes y aprender sobre cada una:

"¡Mira, Pinta! Esta hoja tiene un sabor diferente, ¡es nueva para mí!"

Pinta sonrió, "Eso está genial, pero no olvides lo que aprendiste, amiga. Siempre come con cuidado."

Lila, cada vez más fuerte y feliz, se sintió lista para un nuevo paso en su vida. Después de unas semanas de comida sana, Lila comenzó a tejer su capullo. Era un proceso mágico que la llenaba de alegría y expectativa.

Finalmente, un día, el capullo comenzó a moverse y Lila estaba lista para salir. Cuando rompió el cascarón y salió, ya no era una pequeña oruga, ¡sino una mariposa hermosa de alas coloridas!"¡Mirá, Pinta! ¡Soy una mariposa!" - dijo Lila con una gran sonrisa.

"¡Espectacular! Quizás esto es lo que se siente al hacer las cosas bien."

Lila se dio cuenta de que era gracias a su decisión de alimentarse correctamente que pudo hacer esa transformación. Desde entonces, voló por el jardín, explorando, aprendiendo y disfrutando de su maravillosa vida como una mariposa.

"Nunca olvidaré lo que aprendí, siempre hay que tener cuidado con lo que elegimos comer" - reflexionó Lila mientras se posaba en una flor. Y así, voló hacia nuevas aventuras, llevando consigo una lección valiosa que nunca olvidaría.

FIN.

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