La osa valiente y el hada amable


Había una vez en un bosque muy grande, una mamá osa y su pequeño hijo, el osito. Vivían felices juntos, explorando el bosque y jugando todo el día.

Pero por las noches, al llegar la hora de dormir, el osito siempre tenía miedo de la oscuridad y de los ruidos extraños que se escuchaban en el bosque. Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un hada buena pero con cara de mala.

La mamá osa le preguntó si podía ayudarlos a hacerle frente al miedo del pequeño osito durante la noche. El hada sonrió y les dijo: "No hay problema, yo puedo ayudarlos. Solo necesitan confiar en mí".

Y con un toque de su varita mágica, creó una luz brillante que iluminaba todo el bosque. "Esta luz te protegerá a ti y a tu hijo durante toda la noche", dijo el hada a la mamá osa. "Muchas gracias", respondió ella emocionada.

Pero antes de irse, el hada les dio un consejo valioso: "Recuerden siempre que no importa cuán oscuro parezca todo o cuánto miedo sientan. Siempre habrá alguien ahí para ayudarlos".

La mamá osa y su hijo se sintieron más tranquilos gracias al hada. Esa noche durmieron plácidamente bajo la luz protectora del hada. Y cada vez que sentían miedo o inseguridad después de eso, recordaban las palabras sabias del hada y se sentían mejor.

Pasaron los días y las semanas sin mayores dificultades hasta que un día, mientras exploraban el bosque, se encontraron con una rata de riñón. El osito corrió a esconderse detrás de su mamá.

"¿Por qué tienes miedo?", preguntó la mamá osa al pequeño. "No sé, solo me da miedo", respondió el osito temblando. La mamá osa recordó las palabras del hada y decidió hacerle frente al miedo.

Se acercó a la rata de riñón y le dijo: "Hola amiga, ¿cómo estás?". La rata se sorprendió por la actitud amistosa de la mamá osa y comenzaron a hablar. Después de un rato, el osito también se acercó y pudo conocer a la rata sin tener miedo.

A partir de ese momento, el osito aprendió que no debía juzgar a los demás por su apariencia o por lo que había escuchado sobre ellos. Y así fue como hizo muchos amigos nuevos en el bosque.

Un día, cuando regresaban a casa después de jugar todo el día en el bosque, se encontraron con un hormiguita que estaba muy triste porque había perdido su hogar. La mamá osa decidió ayudarla y juntos construyeron una nueva casa para ella.

"Muchas gracias", dijo la hormiguita emocionada. "Nunca olvidaré lo que han hecho por mí".

El pequeño osito aprendió una valiosa lección sobre ayudar a los demás sin esperar nada a cambio y sintió felicidad al ver cómo había logrado hacer sonreír a alguien más. Pasaron los días hasta que finalmente llegó la noche en que el hada regresaría a su casa. La mamá osa y el osito fueron a despedirla.

"Muchas gracias por todo lo que has hecho por nosotros", dijo la mamá osa con lágrimas en los ojos. "No hay problema, solo recuerden siempre confiar en ustedes mismos y ayudar a los demás cuando puedan", respondió el hada sonriendo.

Y así fue cómo la mamá osa y su hijo aprendieron valiosas lecciones sobre confianza, amistad y ayuda mutua. Y aunque extrañaban al hada, sabían que siempre tendrían un amigo en ella y que podían contar con ella si necesitaban ayuda.

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