La oscuridad y el pequeño Lucas



Era una noche oscura y silenciosa en el pequeño pueblo de Cuentilandia. Las luces de las casas parpadeaban como si intentaran contar un secreto. En medio de esa oscuridad, un pequeño niño llamado Lucas se preparaba para dormir. Aunque su mamá le había leído muchas historias de aventuras, siempre había una que le producían miedo: la del monstruo de la oscuridad.

Lucas se acomodó en su cama, y a medida que las sombras danzaban en las paredes, su imaginación empezó a volar. De repente, sintió un escalofrío y se tapó con su manta, pensando en el monstruo que podía estar escondido en la esquina de su habitación.

"¡¿Mamá, hay un monstruo en mi habitación? !" - gritó Lucas.

Su mamá apareció enseguida, con una sonrisa calmada.

"No hay nada de lo que preocuparse, Lucas. La oscuridad solo es el lugar donde las cosas se esconden. No hay monstruos, solo sombras."

Lucas siempre había creído que las sombras eran criaturas misteriosas. Pero esa noche, decidió que no iba a dejarse vencer por el miedo. Se levantó de su cama y encendió su linterna. La luz iluminó su habitación y, con cada rayo que emanaba de su linterna, Lucas comenzó a ver cosas que no había notado antes: su pelota de fútbol desinflada, sus libros apilados y hasta esa pequeña planta que siempre estaba ahí.

Mientras exploraba su entorno, un pequeño zorrino apareció justo frente a él.

"¡Hola, Lucas! Soy Zorro, el maestro de la noche. ¿Sabías que la oscuridad es solo un lienzo en blanco para la imaginación?" - dijo el zorrino.

Lucas, sorprendido, respondió:

"Pero, Zorro, ¿no hay monstruos? ¿Y si vienen a asustarme?"

Zorro soltó una risa suave y dijo:

"Los únicos monstruos que existen son los que creas en tu mente. La oscuridad puede ser tu mejor amiga si la miras con otros ojos. ¡Mirá!" - quiso demostrarle mientras iluminaba con su farolito la pared de Lucas, creando figuras raras.

Lucas sonrió y comenzó a imitar a Zorro. A medida que su linterna iluminaba, las sombras se transformaron en castillos, dragones y hasta estrellas brillantes. Se dio cuenta de que la oscuridad no era un lugar de miedo, sino un espacio lleno de sorpresas.

"Gracias, Zorro. Nunca más voy a tenerle miedo a la oscuridad. La próxima vez que la vea, ¡la usaré para crear nuevas historias!" - dijo Lucas emocionado.

Zorro le guiñó un ojo y se despidió, prometiéndole que la próxima vez vendría con más sorpresas de la noche.

Desde esa noche, cada vez que Lucas se acostaba y apagaba su luz, cerraba los ojos con una sonrisa. La oscuridad ya no era su enemiga; era el reino de su imaginación, donde todo era posible. Y así, Lucas aprendió que a veces, lo que parece aterrador puede convertirse en algo asombroso si lo miras desde un ángulo diferente.

FIN.

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