La Oveja Blanca y el Arcoíris de Sueños
En un prado verde y florido vivía una oveja llamada Lía. A diferencia de las demás ovejas que eran de color negro, Lía era completamente blanca. Todos los días, Lía trataba de jugar con sus amigos, pero a menudo se sentía un poco diferente.
Un día, mientras pastaban cerca de un arroyo, Lía se acercó a sus amigos.
"¿Quieren jugar a las escondidas?" - propuso Lía con una sonrisa.
"No, Lía" - respondió Beto, el carnero más juguetón "Siempre te escondés en el mismo lugar. Deberías ser más como nosotros."
Lía se sintió un poco triste, pero decidió no rendirse. Ella empezó a pensar: "¿Por qué no puedo ser diferente? Quizás mi color blanco tiene sus ventajas."
Esa tarde, mientras exploraba el campo, Lía vio algo brillante en el cielo. Era un hermoso arcoíris que conectaba las montañas con el prado. Los colores vibrantes brillaban y Lía sintió que tenía que acercarse.
"¡Miren! ¡Un arcoíris!" - gritó emocionada.
Los otros animales del prado la miraron con desdén.
"Ya hemos visto arcoíris. No es nada especial, Lía" - dijo Carla, la oveja más grande.
Pero Lía no se desanimó. “Voy a encontrar la forma de alcanzar ese arcoíris”, pensó. Empezó a idear un plan.
Durante los días siguientes, Lía comenzó a entrenar. Saltaba, corría y practicaba para ser más ágil. Cuando se sentía cansada, miraba el arcoíris y eso le daba fuerzas.
"Un día estaré arriba de ese arcoíris", se decía a sí misma.
Los demás animales seguían riendo de su sueño.
"No podrás alcanzar el arcoíris, ¿cómo pensás hacerlo?" - se burló Tobi, el cabrito.
Pero Lía no dejaba que esos comentarios la desanimaran. Finalmente, llegó el día en que decidió que era momento de intentar alcanzar el arcoíris. Lía subió a la colina más alta que conocía, miró el arcoíris y comenzó a saltar con todas sus fuerzas.
Salto tras salto, más allá de lo que había imaginado, Lía se sintió volar.
"¡Estoy muy cerca!" - gritó con alegría. Pero, de repente, tropezó y empezó a rodar down.
"¡Lía!" - gritaron los demás, aterrorizados.
Cuando Lía finalmente se detuvo, se dio cuenta de que había alcanzado el final del arcoíris... ¡y había aterrizado en un prado lleno de flores de colores!"¿Dónde estoy?" - murmuró Lía maravillada.
Allí vio que había un grupo de animales que nunca había visto antes: una vaca azul, un gallo naranja y una oveja verde. Ellos le sonrieron y la invitaron a jugar.
"¡Bienvenida al prado de colores!" - dijo la vaca azul.
"¿Cómo llegaste aquí?" - preguntó el gallo.
Lía comenzó a contar su historia y su sueño de alcanzar el arcoíris. Los nuevos amigos la escucharon emocionados.
"¡Eres única!" - exclamó la oveja verde. "Me encanta tu color blanco. Nos gustaría que te quedaras aquí con nosotros."
Lía sintió que su corazón se llenaba de felicidad. A pesar de que había sido diferente, ahora tenía amigos que la aceptaban tal cual era.
Decidió que era tiempo de volver a su prado y contarles a los demás lo que había encontrado.
"Voy a compartir mi historia y mis nuevos amigos" - pensó Lía.
Al regresar al prado, Lía fue directo hacia sus amigos.
"¡Chicos! ¡Miren lo que he encontrado!" - exclamó con entusiasmo.
Pero los animales la miraron con escepticismo.
"¿Qué podés tener de diferente?" - preguntó Carla.
Entonces, Lía invitó a sus nuevos amigos a unirse a ellos. Con un poco de duda, los animales del prado aceptaron.
"Nosotros somos el arcoíris de colores" - dijo la vaca azul con una sonrisa.
Los animales del prado quedaron maravillados con la llegada de los nuevos amigos.
"Siempre había pensado que ser blanco no era algo especial" - confesó Tobi "Pero ahora veo que cada uno tiene su valor."
"Lo importante es la amistad y la diversidad" - agregó Beto, en voz alta.
Desde aquel día, Lía aprendió que ser diferente era hermoso. Gracias a su valentía, el prado se llenó de colores y risas, donde cada oveja, cabrito y vaca tenía su lugar, por ser únicos. Al final, juntos construyeron un nuevo mundo lleno de maravillas y sueños compartidos.
Y así, Lía, la oveja blanca, se convirtió en la heroína del prado, demostrando que las diferencias son lo que nos hace especiales y que siempre hay un lugar para los sueños, no importa lo imposibles que puedan parecer.
FIN.