La oveja negra que cambió al lobo


Había una vez en un campo verde y florido, un rebaño de ovejas muy felices que vivían juntas y se llevaban muy bien. Todas eran blancas como la nieve, excepto una: la oveja negra.

La oveja negra se llamaba Luna, y a pesar de ser diferente al resto del rebaño, era una oveja amable, cariñosa y muy inteligente.

Aunque las otras ovejas la miraban con desconfianza y a veces se burlaban de ella por ser diferente, Luna siempre mantenía su alegría y buen ánimo. Un día, el rebaño fue atacado por un lobo feroz que quería llevarse a una oveja para cenar.

Las ovejas comenzaron a correr en todas direcciones asustadas, pero Luna tuvo una idea brillante. Se acercó al lobo lentamente y le dijo con voz tranquila:"Señor Lobo, ¿por qué quieres hacernos daño? No somos tus enemigos. Si nos das una oportunidad, te demostraremos que podemos vivir en armonía".

El lobo quedó sorprendido por las palabras de Luna y decidió escucharla. Luna le contó sobre la importancia de respetar a los demás seres vivos y cómo el amor y la amistad pueden vencer al miedo y la violencia.

El lobo reflexionó sobre lo que Luna le había dicho y finalmente decidió dejar en paz al rebaño. Desde ese día, el lobo se convirtió en amigo de las ovejas e incluso las ayudaba a protegerse de otros peligros del bosque.

Las otras ovejas aprendieron una gran lección gracias a Luna: no debemos juzgar a alguien por ser diferente, ya que cada uno tiene algo valioso que ofrecer al mundo.

A partir de ese momento, trataron a Luna con respeto y cariño, valorando su bondad y sabiduría. Luna se convirtió en la líder espiritual del rebaño, guiándolas con sus consejos sabios y su corazón noble.

Y aunque seguía siendo la única oveja negra del grupo, ya no importaba su color porque todos habían aprendido a ver más allá de las apariencias. Y así, gracias a la valentía e inteligencia de Luna, el rebaño vivió feliz para siempre bajo su cuidado amoroso e inspirador.

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