La Ovejita Valiente



En una soleada mañana en el campo, una ovejita llamada Lulú decidió explorar un poco más allá del prado donde siempre pastaba. A Lulú le encantaba saltar y correr entre las flores, pero en su afán de jugar, se alejó demasiado.

Justo cuando se dio cuenta de que había ido demasiado lejos, un oscuro lobo apareció entre los arbustos. Lulú sintió un escalofrío por toda su lana.

"¡Ay, no! ¡Un lobo!"- gritó en voz baja, temblando de miedo.

El lobo, con una voz profunda y grave, le respondió: "¿Qué haces tan lejos, pequeña ovejita?"-

Lulú, asustada, decidió que lo mejor era irse corriendo. Sin embargo, al dar media vuelta se encontró perdida. No sabía cómo volver al camino conocido.

Mientras tanto, su pastor, un joven llamado Diego, comenzó a buscarla.

"¡Lulú!"- llamaba con voz preocupada. Las ovejas siempre regresaban a él, pero esa vez no podía encontrar a su ovejita favorita.

Lulú, aunque asustada, comenzó su búsqueda por el prado. A cada paso que daba, recordaba los momentos felices a su lado.

"¡Diego!"- llamó Lulú con todas sus fuerzas, pero solo escuchó el susurro del viento.

De pronto, vio algunas flores brillantes en el suelo y decidió seguirlas. Tal vez lo llevaran de vuelta a su hogar. Mientras corría, el lobo seguía su rastro, pero Lulú no se detenía.

"No puedo dejar que el miedo me atrape"- pensó, sacando valor de su interior. Así que continuó su camino.

Finalmente, llegó a un pequeño arroyo. Sus aguas cristalinas reflejaban el cielo, y justo al otro lado, vio a Diego.

"¡Diego!"- gritó, y corrió tan rápido como pudo hacia él.

El joven, al escuchar su voz, se dio vuelta. "¡Lulú! ¡Estás a salvo!"- exclamó con alegría, saltando hacia su lado.

Lulú, llena de emoción, se lanzó a sus brazos. "¡Tenía tanto miedo! Pensé que no volvería a verte nunca más"-

Diego acarició su suave lana, "No te preocupes, siempre estoy aquí para cuidar de ti"-.

Cuando el lobo se acercó, Lulú y Diego se mantuvieron firmes.

"¡No nos tienes miedo!"- gritó Lulú, mostrando más valentía de la que imaginó que tenía.

El lobo, sorprendido por la determinación de la ovejita, dio un paso atrás. "No tengo hambre, solo quería saber por qué te habías perdido"- dijo.

Lulú respiró aliviada. "¡Me perdí mientras jugaba!"- explicó.

Diego le dijo al lobo, "Lulú es valiente, no la asustes más. Ella solo quiere volver a casa"-

El lobo, dándose cuenta de que no podía asustar a Lulú, se alejó "Lo siento, pequeña ovejita. La próxima vez, cuida mejor de tu camino. "- Y se alejó en dirección al bosque, dejando a Lulú y Diego en paz.

"Nunca más me alejaré sin mi pastor"- prometió Lulú.

Diego sonrió. "Siempre será importante que recuerdes el camino de regreso. Juntos, nunca nos perderemos"- dijo, dándole un cálido abrazo.

Desde ese día, Lulú aprendió dos cosas: que siempre hay que tener cuidado al aventurarse y que, a veces, el valor nace del miedo. Con su pastor siempre a su lado, la ovejita nunca volvió a sentirse sola.

Y así, Lulú y Diego continuaron explorando el hermoso campo, siempre unidos y dispuestos a enfrentar cualquier aventura.

Fin.

FIN.

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