La Pandilla en el Cerrito de Huajsapata



En un hermoso día soleado, María y Juan se encontraron por primera vez en el Cerrito de Huajsapata, un lugar mágico desde donde se podía ver toda la ciudad de Puno. La música de una pandilla resonaba en el aire, y los colores tradicionales de las vestimentas vibraban al ritmo del baile.

"¡Mirá qué lindo es esto! Me encanta bailar, ¿y a vos?" - le dijo María a Juan, sonriendo mientras giraba.

"A mí también me encanta, pero no soy tan buen bailarín como vos" - respondió Juan, un poco tímido.

Mientras bailaban, la conexión entre ellos crecía más fuerte. Con el tiempo, comenzaron a salir juntos, compartiendo risas y aventuras en el Cerrito. Un día, mientras contemplaban el atardecer, Juan se animó y le dijo:

"María, ¿te gustaría formar una familia?"

"¡Sí, claro!" - exclamó ella con alegría.

Pasaron los años, se casaron y tuvieron dos hijos: José y Dany. Desde pequeños, ambos niños sentían una conexión especial con el Cerrito de Huajsapata.

"¡Mamá, papá! ¡Vamos a Bailar la Pandilla!" - gritaban a coro.

Y así, cada fin de semana, la familia se reunía en su lugar favorito. Bailaban, reían y disfrutaban de la belleza que los rodeaba.

Un día, mientras juegan en el cerrito, José encontró un viejo sombrero que pertenecía a un antiguo bailarín.

"Mirá, Dany, este sombrero tiene que haber sido de alguien muy especial. ¡Vamos a usarlo para nuestro próximo baile!"

"¡Sí! Lo luciremos y seguramente nos traerá suerte" - respondió Dany con entusiasmo.

Cuando llegó el día del gran baile de la pandilla, José y Dany decidieron que, además de usar el sombrero, harían una presentación especial.

"Vamos a incluir al cerrito en nuestra danza, así la gente también lo apreciará como nosotros" - sugirió José.

Con mucho esfuerzo y dedicación, prepararon una actuación que incluía pasos tradicionales y movimientos que habían inventado. El día del evento, el Cerrito de Huajsapata se llenó de gente.

"¡Qué lindo ver a tanta gente disfrutando!" - comentó María al ver a sus hijos en el escenario.

La actuación fue un éxito rotundo. Todos aplaudieron muy entusiasmados.

"¡Son unos verdaderos artistas!" - gritó Juan emocionado, mientras grababa el momento.

Al finalizar la presentación, los niños se sintieron muy orgullosos.

"Lo logramos, Dany, hicimos que todos se enamoraran del Cerrito como nosotros" - dijo José, mientras ambos se abrazaban.

Después del baile, todos comenzaron a hablar sobre la importancia de cuidar su entorno.

"El Cerrito nos da alegría, pero también debemos mantenerlo limpio y respetar la naturaleza" - dijo una mujer del público.

"¡Sí! Debemos ser responsables" - agregó un hombre.

María y Juan miraron a sus hijos con admiración. Aquella tarde, no solo habían bailado, sino que también habían despertado en la comunidad un amor por la naturaleza.

Así, la familia prometió seguir bailando la pandilla en su hermoso Cerrito, sin olvidar lo vital que es cuidar su entorno para que futuras generaciones pudieran disfrutarlo. Y así, un pequeño baile se transformó en un gran acto de amor por la naturaleza. ¡La historia del Cerrito de Huajsapata nunca había sido tan especial!

Y desde entonces, cada año, su familia celebra el ‘Día de la Pandilla’ en el Cerrito, donde además de bailar, se realizan actividades para cuidar y proteger su querido lugar.

FIN.

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