La pandilla mágica del bosque
Había una vez un ogro llamado Bruno que vivía en una enorme casa en el bosque junto a su leal amigo, el dragón Dante.
Bruno y Dante eran inseparables y pasaban sus días descansando y disfrutando de la tranquilidad de su hogar. Un hermoso día soleado, mientras Bruno se relajaba en su sillón favorito, escuchó un ruido extraño proveniente del jardín.
Se asomó por la ventana y vio a un pequeño erizo corriendo desesperadamente mientras era perseguido por un gato malvado. El ogro no podía permitir que nadie hiciera daño a los indefensos animales del bosque, así que decidió intervenir. Bruno salió corriendo al jardín para proteger al pobre erizo.
Al ver al ogro acercarse, el gato malvado se escondió detrás de un árbol con miedo. El erizo se detuvo frente al ogro y le dijo:"¡Oh, amable ogro! ¡Gracias por venir en mi ayuda! Ese gato me quería lastimar solo porque soy diferente".
El ogro miró al erizo con ternura y le respondió:"No debes preocuparte más, pequeño amigo. Aquí estás a salvo. No importa cómo seas o lo que parezcas, todos merecen respeto y amor".
El erizo sonrió felizmente y le agradeció nuevamente al ogro por salvarlo. A partir de ese momento, el erizo se convirtió en el nuevo amigo del dúo dinámico formado por Bruno y Dante. Juntos pasaron los días explorando el bosque, jugando y aprendiendo lecciones valiosas.
Bruno les enseñaba a todos los animales del bosque sobre la importancia de aceptarse a sí mismos y a los demás tal como son.
Un día, mientras estaban caminando por el bosque, se encontraron con un grupo de conejos que se burlaban de un zorro porque tenía una cola muy larga. Bruno no toleraba el bullying y decidió intervenir nuevamente. "¡Basta ya! ¡Dejen en paz a nuestro amigo zorro!", exclamó el ogro con voz firme.
El grupo de conejos quedó sorprendido al ver al enorme ogro defender al zorro. A partir de ese momento, entendieron que cada uno era único y especial a su manera, sin importar cómo fueran físicamente.
Desde aquel día, Bruno, Dante y sus amigos crearon un lugar seguro en el bosque donde todos eran bienvenidos sin importar su apariencia o características. Juntos aprendieron sobre amistad, comprensión y respeto mutuo. La historia del ogro bondadoso se extendió por todo el reino mágico del bosque.
Los animales comenzaron a valorarse unos a otros por sus diferencias únicas y vivieron en armonía. Y así fue como el ogro Bruno demostró que la verdadera belleza reside en el corazón de las personas (y de los animales).
Desde entonces, todos vivieron felices para siempre en aquel maravilloso lugar lleno de amor y aceptación.
FIN.