La pantalla encantada



Había una vez en un tranquilo bosque, un zorro llamado Gruñón. Era conocido por su mal humor y su actitud gruñona hacia todos los animales del lugar.

Sin embargo, lo que nadie sabía era que detrás de esa fachada de enfado se escondía un zorro astuto y muy inteligente. Un día, mientras exploraba el bosque en busca de comida, Gruñón escuchó unos ruidos extraños provenientes de un claro cercano.

Se acercó sigilosamente y vio a varios animales mirando una pantalla gigante que había aparecido misteriosamente. Intrigado, se acercó aún más para averiguar qué estaba sucediendo. En la pantalla, aparecieron imágenes maravillosas de otros lugares del mundo: montañas nevadas, playas doradas y ciudades llenas de luces brillantes.

Los animales estaban asombrados y emocionados con las imágenes. Algunos soñaban con visitar esos lugares algún día, mientras que otros solo disfrutaban del espectáculo desde la comodidad del bosque.

Gruñón no podía entender por qué estaban tan emocionados por unas simples imágenes en una pantalla. Para él, lo único importante era encontrar comida y sobrevivir en el bosque. Decidió investigar más sobre aquella extraña máquina que tenía a todos los animales cautivados.

Siguiendo sus instintos astutos, descubrió que la pantalla funcionaba gracias a una fuente de energía oculta bajo tierra. Con mucho cuidado y paciencia, Gruñón excavó hasta llegar a esa fuente de energía.

Allí encontró un pequeño cristal brillante que parecía ser el corazón de la pantalla. Sin pensarlo dos veces, Gruñón agarró el cristal y lo escondió en su madriguera. Al hacerlo, la pantalla se apagó de repente y los animales quedaron desconcertados.

"¡Qué pasó con la pantalla? ¡Queríamos seguir viendo las imágenes!"- dijo un conejo desilusionado. Gruñón salió de su escondite y explicó a todos los animales lo que había descubierto.

Les contó cómo había encontrado el cristal mágico que daba vida a la pantalla y les mostró cómo era posible disfrutar de las maravillas del mundo real en lugar de quedarse mirando una simple imagen.

Los animales se sorprendieron al saber que podían vivir sus propias aventuras y explorar nuevos lugares en vez de conformarse con verlos en una pantalla. Agradecidos, le pidieron a Gruñón que les enseñara a encontrar esos lugares especiales por sí mismos. Así, Gruñón, dejando atrás su mal humor habitual, se convirtió en el guía del bosque.

Les enseñó a los demás animales cómo navegar por el bosque para encontrar montañas nevadas, playas doradas y ciudades llenas de luces brillantes. Con cada nueva aventura, el mal humor de Gruñón fue desapareciendo poco a poco.

Descubrió que ayudar a otros y compartir sus conocimientos le brindaba una gran satisfacción personal.

Desde aquel día, Gruñón ya no era solo conocido como un zorro gruñón; ahora era reconocido como un zorro astuto y generoso que ayudaba a todos los animales del bosque a descubrir la belleza del mundo real en lugar de quedarse mirando una pantalla.

Y así, Gruñón se dio cuenta de que la verdadera felicidad no se encontraba solo en las imágenes de una pantalla, sino en vivir cada momento y disfrutar de las maravillas reales que el mundo tenía para ofrecer.

FIN.

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