La Pasión de Arantza
En un colorido barrio de Buenos Aires, vivía una chica llamada Arantza. Desde pequeña, había soñado con ser una gran artista. Le encantaba dibujar, y pasaba horas creando hermosas ilustraciones de todo lo que veía. Pero había algo más en su corazón: el fútbol. Aunque no se atrevía a jugar, su verdadero amor por el deporte la llevaba a dibujar a sus jugadores favoritos en cada página de su cuaderno.
Un día, mientras Arantza estaba en el parque, escuchó un uproar. Un grupo de chicos y chicas jugaba al fútbol, y su grito de ánimo resonaba en todo el lugar. Intrigada, se acercó y vio a su amigo Nico, quien estaba tratando de meter un gol, pero la pelota se fue muy lejos. Arantza animó desde el costado, pero no pudo contener su admiración por el juego.
"¡Dale, Nico! ¡Podés!" - gritó ella, cuando la pelota pasó rodando hacia su dirección.
Sin pensarlo, Arantza corrió y la atrapó con sus manos. Nico y sus amigos se acercaron, aplaudiendo.
"¡Wow! ¡Sos una gran guardiana!" - exclamó Nico, riendo. "¿Por qué no jugás con nosotros?"
Arantza se sonrojó, mirando la pelota y luego a los chicos. "No sé, la verdad no soy buena jugando. ¡Pero me encanta dibujar!"
Los chicos intercambiaron miradas y sonrieron.
"Podés dibujar un mural de nosotros jugando. Sería genial tener algo así en la cancha." - sugirió Ana, una de las chicas.
Arantza sintió que una chispa de emoción crecía en su corazón. "¡Sí! Puedo hacer eso. Puedo dibujar un mural que represente todo lo que somos como equipo. Pero... ¿y si no les gusta?"
"Si no lo haces, nunca sabremos! ¡Animate!" - respondió Nico.
Con un nuevo proyecto en mente, Arantza se sentó en un rincón del parque a dibujar lo que imaginaba. Días después, les mostró su trabajo. En su dibujo, cada uno de sus amigos tenía una expresión de alegría y acción, como si estuvieran en medio de un partido. Todos quedaron encantados.
"¡Es increíble! A esto le falta solo un poco de color y un buen lugar donde pintarlo" - dijo Ana.
Decidieron hacer del parque su lienzo. Así que, juntos, comenzaron a preparar la pared del viejo edificio donde habían hecho la práctica de fútbol. Reunieron pintura de colores y pinceles y, con pocas horas de luz, comenzaron a dar vida a la obra de Arantza.
Mientras pintaban, Nico se acercó a Arantza. "¿Te gustaría quedarte y jugar un rato también? A veces, la única manera de aprender es probando. Podrías hacerlo muy bien."
"Capaz... pero tengo miedo de fallar, no quiero que se rían de mí." - le confesó ella.
"Nadie se va a reír, estamos aquí para divertirnos. ¡Y lo más importante, somos amigos!" - respondió él con sinceridad.
Finalmente, Arantza se animó. Después de jugar un rato y reírse con sus amigos al caer unos cuantos balones, sintió cómo la alegría de estar participando era simplemente mágica. Y, mientras jugaba, se dio cuenta de que sus dos pasiones, el arte y el fútbol, podían unirse. Ahora entendía que el arte no solo podía estar en el papel, sino también en el campo de juego.
Finalmente, el mural terminó. Era una obra llena de color y de vida, que reflejaba el espíritu del grupo. En la parte superior, Arantza decidió escribir: "La unión hace la fuerza".
El mural se convirtió en el orgullo del barrio. Todos los días, cuando los niños jugaban y se reían, Arantza sabía que cada pincelada había valido la pena. Había encontrado su lugar, uniendo sus dos grandes amores con su pasión y el apoyo de sus amigos. Un día, mirando su mural, Arantza pensó en todo lo que había aprendido: No se trata solo de ser perfecto en algo, sino de disfrutarlo y compartirlo con quienes amamos. Y así, la chica que amaba dibujar y a la que le gustaba el fútbol, se convirtió en una verdadera artista del juego y de la vida.
Desde ese día, pintaron juntos lo que se les ocurría y nunca dejaron de formarse como equipo. Cada partido se volvía una obra de arte, una pieza única que no solo mejorarían durante el juego, sino que también cultivaría su amistad. Cada victoria fue celebrada, cada derrota fue un aprendizaje, y Arantza supo en su corazón que el arte podría brindarle un mundo sin límites y que siempre podría contar con sus amigos.
FIN.