La pata de Ciro



Había una vez en la selva un simpático león llamado Ciro. Era el rey de la manada y todos los animales lo admiraban por su valentía y sabiduría.

Ciro era conocido por ser muy fuerte y siempre estar dispuesto a ayudar a los demás. Un día, mientras Ciro se encontraba paseando por la selva, tropezó con una roca escondida entre las hojas secas del suelo.

Al caer al suelo, sintió un dolor agudo en su pata trasera izquierda. Se levantó cojeando y se dio cuenta de que no podía caminar correctamente. "¡Ay! ¡Me he lastimado!" -exclamó Ciro con tristeza. Los demás animales de la selva se acercaron rápidamente para ver qué había pasado.

El mono Simón fue el primero en llegar. "¿Qué te pasó, Ciro?" -preguntó preocupado el mono Simón. Ciro les explicó cómo había tropezado con una roca y cómo ahora no podía caminar bien.

El elefante Ernesto sugirió que llevaran a Ciro al río para que pudiera sumergir su pata herida en el agua fría. Todos ayudaron a Ciro a llegar hasta el río y él colocó su pata lastimada en el agua fresca.

Aunque sentía cierto alivio, aún seguía cojeando. "No te preocupes, Ciro", dijo la jirafa Gabriela con optimismo-. "Seguro podrás recuperarte pronto". Ciro sonrió agradecido por las palabras de sus amigos pero aún estaba preocupado por si nunca volvía a caminar bien.

Pasaron los días y Ciro intentaba seguir con su vida normal, pero cada vez que intentaba correr o saltar, sentía dolor en su pata. Estaba triste porque no podía hacer las cosas que antes disfrutaba tanto.

Un día, mientras descansaba debajo de un árbol, una mariposa se posó en su nariz. Ciro la observó detenidamente y notó cómo volaba tan ligera y libre. "¡Qué hermosa eres!" -dijo Ciro a la mariposa-. "Me encantaría ser como tú".

La mariposa revoloteó alrededor de Ciro y le susurró al oído:"No necesitas ser como yo para ser feliz. Tú eres fuerte y valiente, aunque ahora tengas una pata lastimada. No te rindas, Ciro".

Las palabras de la mariposa resonaron en el corazón de Ciro. Se dio cuenta de que tenía que aceptar su situación y buscar nuevas formas de disfrutar la vida. Decidió aprender a pintar con sus garras.

Poco a poco fue perfeccionando esta nueva habilidad y pronto se convirtió en un gran artista leonino. Comenzó a crear hermosos cuadros inspirados en la naturaleza que lo rodeaba. Cada vez más animales venían desde diferentes lugares del bosque para admirar las creaciones de Ciro.

La fama del león artista se extendió por toda la selva. "¡Vaya! ¡Eres increíble, Ciro!" -exclamó entusiasmado el tucán Paco-. "Has encontrado tu verdadera pasión". Desde aquel día, Ciro se sintió feliz y completo.

Aunque su pata nunca sanó por completo, él encontró una nueva forma de expresar su amor por la vida. La moraleja de esta historia es que todos enfrentamos obstáculos en nuestra vida, pero siempre hay una forma de superarlos y encontrar nuevas oportunidades.

No necesitamos ser como los demás para ser felices, solo debemos aceptarnos tal como somos y buscar nuestras propias fortalezas. Como Ciro León Plalla descubrió, cada uno de nosotros tiene un talento especial que nos hace únicos y valiosos.

FIN.

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