La Pata Sola y el Silbón



Era un hermoso día en el campo cuando Pata Sola, una hermosa pata que siempre caminaba sola, decidió que era momento de buscar amigos. A pesar de que tenía un hermoso plumaje blanco, Pata Sola se sentía un poco triste y solitaria. Caminando por el sendero del lago, escuchó un sonido peculiar a lo lejos, como un silbido melodioso.

Curiosa, siguió el sonido hasta que llegó a un claro. Allí, encontró a Silbón, un joven que estaba sentado sobre una roca, silbando con gran destreza.

"¡Hola! Soy Pata Sola, ¿te gustaría ser mi amigo?" - dijo la pata, emocionada.

"Hola, soy Silbón, ¡claro que sí! Siempre es bueno hacer nuevos amigos. ¿Te gusta la música?" - respondió Silbón, sonriendo.

Pata Sola movió su cabeza afirmativamente, emocionada por la nueva amistad. Juntos comenzaron a compartir historias mientras Silbón le enseñaba a Pata Sola a silbar.

"Intenta imitarme, así: silbido de tres notas, y luego baja el tono" - le enseñó.

"¿Así?" - Pata Sola hizo lo que pudo, produciendo un sonido que parecía más un graznido que un silbido.

"No te preocupes, lo harás mejor. ¡Solo necesitas un poco de práctica!" - animó Silbón.

Los días pasaban y Pata Sola y Silbón se volvían inseparables, explorando el campo, jugando y riendo juntos. Sin embargo, un día Pata Sola se preocupó al ver que Silbón actuaba diferente. No estaba sonriendo como solía hacerlo.

"¿Qué te pasa, Silbón? Te veo un poco triste" - preguntó Pata Sola, al notar la tristeza en su amigo.

"Es que tengo un sueño, pero me da miedo intentarlo. Quiero ser un gran músico y tocar en una gran orquesta, pero no sé si soy lo suficientemente bueno" - confesó Silbón, mirando al suelo.

Pata Sola se sintió triste al escuchar esto. Quería ayudar a su amigo, así que le dijo:

"Todos tenemos miedo a veces, pero eso no significa que no podamos lograr nuestros sueños. ¿Por qué no organizamos un pequeño concierto aquí, para que puedas mostrar tu talento?" - sugirió.

"¿Un concierto? ¿Y si a nadie le gusta?" - preguntó Silbón, dudando.

"¡No importa! Lo más importante es que lo intentes. La música es para disfrutarla, no solo para ser el mejor" - dijo Pata Sola con una gran sonrisa.

Decididos a hacerlo, pusieron carteles por el campo, invitando a todos los animales a asistir al concierto. Cuando llegó el gran día, el claro estaba lleno de animales curiosos. Pata Sola animó a Silbón.

"Recuerda, lo importante es disfrutarlo. ¡Tú puedes, Silbón!" - le dijo, mientras le daba un suave empujoncito.

Silbón, un poco nervioso, tomó una respiración profunda. Empezó a tocar su melodía y, para su sorpresa, los animales empezaron a aplaudir. Pata Sola también lo hacía con entusiasmo, silbando lo mejor que podía, alentando a su amigo.

De repente, un grupo de mariposas se unió al ritmo, danzando al son de la música. Los animales empezaron a bailar y el escenario se llenó de risas y alegría. La confianza de Silbón crecía con cada nota que tocaba.

Al finalizar el concierto, todos los animales aplaudieron con fuerza.

"¡Bravo Silbón! Eres increíble!" - gritaba uno de los conejos, mientras las aves trinaban felices.

Silbón sonreía radiante, por fin había encontrado la confianza que necesitaba.

"¡No puedo creerlo! ¡Lo logré!" - exclamó emocionado.

"Lo sabías, Silbón. Siempre has sido talentoso, solo necesitabas tener fe en ti mismo" - lo elogió Pata Sola.

A partir de ese día, Silbón organizó más conciertos, siempre acompañado de su amiga Pata Sola, quien le recordaba la importancia de disfrutar lo que hace. Juntos enseñaron a todos en el campo que los sueños son posibles si se intentan y se comparte la alegría con los demás.

Así, Pata Sola ya no caminaba sola, tuvo no solo una amiga en Silbón, sino también la hermosa experiencia de ver cómo los sueños de los demás podían hacerse realidad, con un poquito de valentía y solidaridad.

Y así, la Pata Sola y el Silbón siguieron haciendo música y sonrisas, enseñando a todos que la verdadera magia está en la amistad y la confianza.

Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!