La paz entre zorros y conejos



Había una vez en Colombia, un grupo de niños de primaria que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos. Ellos se llamaban Martina, Mateo, Valentina y Juanito, y eran los mejores amigos del mundo.

Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon unos ruidos extraños provenientes del bosque. Intrigados, decidieron adentrarse en él para descubrir qué era lo que estaba pasando.

Al llegar al corazón del bosque, se encontraron con una escena inesperada: dos grupos de animales enfrentados entre sí. - ¡Alto! ¡Deténganse! -gritó Martina tratando de calmar la situación. Los animales se miraron sorprendidos al ver a los niños allí presentes.

Eran un grupo de zorros y otro de conejos que llevaban años enfrentados por diferencias sin razón alguna. - ¿Por qué están peleando? -preguntó Mateo con curiosidad.

Los zorros explicaron que los conejos habían invadido su territorio en busca de comida, mientras que los conejos aseguraban que solo estaban buscando un lugar seguro donde vivir. Los niños reflexionaron por un momento y luego propusieron algo increíble: organizar un juego en el cual ambos grupos pudieran participar juntos y divertirse.

Los animales aceptaron la propuesta con cierta desconfianza, pero accedieron a intentarlo. Durante días, los niños enseñaron a los zorros y conejos a trabajar en equipo, a respetarse mutuamente y a valorar las diferencias como algo positivo.

Poco a poco, la desconfianza fue desapareciendo para dar paso a la amistad y el respeto entre ambos grupos. Finalmente llegó el día del gran juego. Zorros y conejos formaron equipos mixtos y compitieron en diversas pruebas llenas de diversión y emoción.

Al finalizar el juego, todos celebraron juntos riendo y compartiendo momentos inolvidables. - ¡Esto ha sido increíble! -exclamó Valentina emocionada-. Nunca imaginé que podríamos lograr esto juntos. Los animales asintieron felices mientras se abrazaban unos a otros en señal de paz y reconciliación.

Los niños sonrieron orgullosos al ver cómo su iniciativa había logrado unir a dos grupos tan diferentes pero tan iguales al mismo tiempo.

Desde ese día, zorros y conejos convivieron en armonía en el bosque gracias al ejemplo de perdón y reconciliación que les habían mostrado Martina, Mateo, Valentina y Juanito. Y así, aquel pequeño pueblo colombiano se convirtió en un verdadero territorio de paz donde todos aprendieron la importancia del respeto mutuo para construir un mundo mejor para todos.

FIN.

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