La Pelota de la Amistad
Érase una vez una familia muy unida que vivía en la ciudad de Buenos Aires. La familia estaba formada por los padres, Juan y Ana, y sus dos hijos, Tomás y Sofía.
A pesar de que eran muy diferentes entre sí, siempre se apoyaban mutuamente y pasaban mucho tiempo juntos. Un día, durante las vacaciones de verano, decidieron ir a pasar unos días a la playa.
Estaban muy emocionados por disfrutar del sol, el mar y la arena. Cuando llegaron al hotel donde se hospedarían, conocieron a otra familia con niños de la misma edad que ellos: Martín y Camila.
Desde el primer momento conectaron muy bien y comenzaron a jugar juntos en la playa todos los días. Se divertían construyendo castillos de arena, jugando al vóley o simplemente nadando en el mar. Pero un día todo cambió cuando Tomás perdió su pelota favorita en el agua mientras jugaba con sus amigos.
Él estaba muy triste porque esa pelota era especial para él ya que su abuelo se la había regalado antes de morir. "No sé qué voy a hacer sin mi pelota", dijo Tomás llorando.
"Tranquilo amigo", le dijo Martín tratando de consolarlo. "Vamos a buscarla todos juntos". Así fue como empezaron una búsqueda incansable por toda la playa buscando la pelota perdida. Después de varias horas sin éxito alguno decidieron dejarlo para otro día.
Esa noche todos estaban tristes por lo ocurrido pero aun así seguían disfrutando del resto de las actividades que habían planeado para sus vacaciones: salir a cenar juntos o ir al cine.
Pero al día siguiente, cuando se despertaron temprano para seguir buscando la pelota perdida, encontraron una sorpresa. La pelota estaba en la puerta de su habitación con una nota que decía: "La encontramos en la playa y sabemos que es importante para ti.
Espero que ahora puedas disfrutar el resto de tus vacaciones". Todos se emocionaron mucho al ver la pelota y supieron que había sido Martín quien la había encontrado. A partir de ese momento, Tomás valoró aún más su amistad con Martín y Camila.
"Gracias por ser tan buenos amigos", les dijo Tomás abrazándolos. "De nada amigo", respondió Martín sonriendo. "Eso es lo que hacen los amigos: ayudarse mutuamente".
A partir de ese día, las vacaciones continuaron siendo divertidas y llenas de aventuras para todos ellos. Y aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de contar con amigos verdaderos en los momentos difíciles.
FIN.