La Pelota Mágica


Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Pelotera, vivían tres amigos muy especiales: Zoe, Priscila y Bayron. Estos tres amigos compartían una gran pasión por el fútbol y soñaban con convertirse en grandes jugadores algún día.

Un día soleado de verano, los tres amigos se reunieron en el parque para jugar su partido semanal. Pero esta vez, algo inesperado sucedió. Mientras pateaban la pelota con todas sus fuerzas, esta salió volando hacia el bosque cercano.

- ¡Oh no! -exclamó Priscila preocupada-. ¿Qué haremos ahora? - No te preocupes -dijo Zoe con determinación-. Vamos a buscarla. Sin pensarlo dos veces, los tres amigos se adentraron en el bosque.

El lugar estaba oscuro y lleno de árboles altos que parecían tocar el cielo. A medida que avanzaban, escucharon ruidos extraños y misteriosos. - ¿Escuchan eso? -preguntó Bayron nervioso. - Solo son nuestros miedos jugando trucos en nuestra mente -respondió Zoe valientemente-.

Sigamos adelante. Después de caminar un poco más, encontraron la pelota atrapada entre las ramas de un árbol gigante. Era imposible alcanzarla sin ayuda. - ¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Priscila desanimada.

De repente, oyeron una voz proveniente del árbol:- Si quieren recuperar su preciada pelota, deben superar tres pruebas: correr más rápido que el viento, saltar más alto que las nubes y tener el corazón lleno de valentía. Los amigos se miraron, sorprendidos por la misteriosa voz.

Decidieron aceptar el desafío y demostrar que eran dignos de recuperar su amada pelota. La primera prueba consistía en correr más rápido que el viento.

Los tres amigos comenzaron a correr lo más rápido que podían, sintiendo cómo el viento soplaba fuertemente en sus caras. Aunque estaban agotados, no se rindieron y continuaron corriendo hasta cruzar la línea de meta. - ¡Lo logramos! -gritó Bayron emocionado-. Ahora solo nos falta saltar más alto que las nubes.

Se acercaron al lugar donde debían realizar la segunda prueba. Priscila dio un salto tan alto que parecía tocar el cielo. Zoe hizo lo mismo, superando incluso a Priscila con su increíble salto.

Por último, Bayron cerró los ojos, respiró profundamente y saltó aún más alto que sus dos amigos juntos. - ¡Increíble! -exclamó Zoe admirada-. Solo nos queda la última prueba: tener el corazón lleno de valentía. Llegaron a un puente colgante sobre un profundo abismo.

El puente era estrecho y oscilaba peligrosamente con cada paso. - No tengamos miedo -dijo Priscila tomándoles las manos a sus amigos-. Juntos podemos hacerlo.

Con valentía en sus corazones, los tres amigos caminaron lentamente por el puente sin mirar hacia abajo ni pensar en caerse. Cada paso era una victoria sobre su miedo y una muestra de su valentía. Finalmente, llegaron al otro lado del puente.

Allí encontraron a un anciano sabio que les entregó la pelota. - Han superado las pruebas con valentía y determinación -dijo el anciano-. Ahora, recuerden que el verdadero valor no está en ganar o perder, sino en el camino que recorren juntos como amigos.

Los tres amigos asintieron con gratitud y regresaron al parque. Desde ese día, valoraron cada momento juntos y disfrutaron del fútbol sin importar si ganaban o perdían.

Y así, Zoe, Priscila y Bayron aprendieron que la verdadera amistad, el coraje y la determinación son más importantes que cualquier victoria en un partido de fútbol. Y aunque nunca olvidaron esa increíble aventura en busca de su querida pelota voladora, lo más importante para ellos siempre fue mantenerse unidos como los mejores amigos del mundo.

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