La pelota mágica de Doña Rosa



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una señora llamada Doña Rosa. Era una mujer mayor, pero llena de vitalidad y bondad. Todos los días, caminaba por las calles del pueblo saludando a todos con alegría.

Un día soleado, mientras Doña Rosa paseaba por el parque, escuchó un grito desesperado. Se dio la vuelta y vio a un niño de 8 años llamado Martín corriendo hacia ella.

- ¡Doña Rosa! ¡Ayúdeme! - exclamó el pequeño Martín, jadeando. Doña Rosa se agachó para estar a la altura del niño y le preguntó qué pasaba.

Entre sollozos, Martín le contó que había perdido su pelota favorita en el estanque del parque y no sabía nadar lo suficientemente bien como para recuperarla. Sin pensarlo dos veces, Doña Rosa se dirigió rápidamente al estanque.

Sin embargo, cuando llegaron allí, ambos quedaron sorprendidos al ver que algo extraño estaba ocurriendo: la pelota flotaba en el aire sobre el agua. Doña Rosa extendió su brazo y atrapó la pelota en el aire con destreza. Martín no podía creer lo que veían sus ojos. - ¿Cómo hizo eso? - preguntó asombrado.

Doña Rosa sonrió y dijo:- A veces en la vida ocurren cosas mágicas cuando menos te lo esperas. Pero ahora es importante recordar siempre tomar precauciones antes de hacer algo arriesgado como entrar al agua sin saber nadar adecuadamente.

Martín asintió con la cabeza mientras Doña Rosa le entregaba la pelota. Agradecido, el niño abrazó a la señora. A partir de ese día, Martín y Doña Rosa se volvieron grandes amigos.

El pequeño pasaba muchas tardes en casa de Doña Rosa, escuchando sus historias llenas de sabiduría y aprendiendo valiosas lecciones sobre la vida. Un día, mientras compartían una merienda en el jardín trasero de Doña Rosa, un perro callejero se acercó corriendo hacia ellos. El animal parecía asustado y necesitaba ayuda.

- No te preocupes, Martín. Vamos a ayudarlo - dijo Doña Rosa con determinación. Juntos, Martín y Doña Rosa buscaron agua y comida para el perro callejero. Le dieron un nombre: —"Amigo" . Decidieron cuidarlo hasta encontrarle un hogar amoroso.

Con el tiempo, Martín aprendió que ser amable con los demás y ayudar siempre que pudiera era algo maravilloso.

Se dio cuenta de lo importante que es hacer una diferencia en la vida de los demás, sin importar cuán pequeños sean los actos de bondad. Martín creció convirtiéndose en un joven amable y generoso gracias a las enseñanzas de su querida amiga Doña Rosa.

Siempre recordaría aquel día en el parque cuando ella salvó su pelota mágicamente del estanque. Y así fue como una simple acción heroica llevó a una hermosa amistad y dejó una huella imborrable en el corazón del pequeño Martín.

La historia de cómo una señora salvó a un chico de 8 años se convirtió en una inspiración para todos los habitantes del pueblo.

FIN.

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