La Peluquería del Mono y el Loro



Había una vez en un pequeño pueblo, un mono llamado Monocho que había cumplido su sueño de abrir una peluquería. Era una peluquería muy especial, porque su asistente, un loro llamado Loli, tenía un increíble talento para elegir a los próximos clientes. Cada vez que un nuevo cliente llegaba, Loli se posaba sobre su hombro y, de esa manera, Monocho sabía que era el turno de esa persona.

Un soleado día, mientras Monocho estaba peinando a Susana, una ardilla con hermosos cabellos rizados, Loli descubrió a alguien que se acercaba. Con su picoso pico, se posó sobre el hombro de un paisano calvo llamado Don Lucas. Todo el mundo en el pueblo conocía a Don Lucas, pero la mayoría pensaba que no necesitaba peluquería. No tenía cabello para peinar, pero sí una barba larga que siempre llevaba descuidadamente.

- “¡Monocho, Monocho! ” - gritó Loli emocionado - “¡Mirá a quién tenemos aquí! ¡Es Don Lucas! ”

Don Lucas sonrió levemente, algo sorprendido de que un loro lo eligiera.

- “Hola, Monocho. ¿Qué puedes hacer por un hombre calvo como yo? ” - preguntó, rascándose la cabeza.

Monocho, muy ingenioso, le dijo:

- “¡No te preocupes, Don Lucas! Aquí también hacemos barbería. Puedo dejarte la barba como nueva y, quizás, inventemos algo divertido para tu cabeza! ”

Don Lucas, intrigado, decidió ceder.

- “¡De acuerdo! Estoy listo, pero ¿qué tienes en mente? ”

Mientras Monocho comenzó a trabajar en la barba de Don Lucas, Loli tenía una idea brillante.

- “¿Qué tal si le damos a Don Lucas un nuevo estilo? ¡Podemos usar este papel de colores! ”

Don Lucas miró sorprendido cuando Monocho le colocó un gran sombrero de papel en la cabeza y, mientras hacía malabares con la tijera, le dio forma a su barba como si estuviera haciendo arte.

- “¡Esto se está poniendo interesante! ” - rió Don Lucas.

Después de un rato, al final, Monocho se giró hacia un espejo que había en la peluquería y le dijo a Don Lucas:

- “¡Listo! Ahora tendrás la barba más elegante del pueblo y un sombrero muy original.”

Cuando Don Lucas vio su reflejo, no podía dejar de reír. La barba parecía una obra maestra y el sombrero en su cabeza lo hacía verse peculiar y divertido.

- “¡Nunca pensé que vendría a una peluquería y saldría así de fabuloso! ”

Agradecido, Don Lucas decidió contarles a todos sobre su experiencia, y pronto se llenó de gente que quería conocer el lugar y ver el nuevo estilo de Don Lucas. La peluquería de Monocho y Loli pasó a ser famosa en el pueblo.

- “Verán, amigos, en nuestra peluquería no solo hacemos cortes de pelo, también creamos sonrisas y buenos ratos” - decía Monocho a cada nuevo cliente. Todos los días, Loli posaba sobre el hombro de alguien nuevo, invitando a más y más personas enteras a experimentar la magia de la cortesía y los cambios de imagen.

Un día, mientras se preparaban para cerrar, Loli le dijo a Monocho:

- “Sabes, es genial que la gente venga a vernos. Todos pueden sentirse únicos aquí, sin importar cómo sean.”

- “Sí, Loli” - respondió el mono - “Lo importante es siempre disfrutar el momento y darles el mejor servicio que podemos ofrecer. La belleza viene de dentro y en nuestro caso, de la felicidad que brindamos.”

Así, la peluquería no solo se convirtió en el lugar donde se cortaban y se estilaban el pelo, sino también un lugar donde todos sonreían y celebraban su individualidad. Monocho y Loli aprendieron que la confianza y la autoestima de cada uno eran la mejor decoración de todas.

Desde entonces, la peluquería del Monocho se convirtió en un símbolo de alegría y aceptaron a cualquier persona que cruzara la puerta, recordando siempre que todos merecemos brillar, independientemente de nuestro aspecto.

FIN.

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