La Pequeña Aventura de la Amistad
En un soleado día de primavera, en el barrio de Villa Esperanza, un grupo de niños decidió pasar la tarde jugando al aire libre. Eran cinco amigos inseparables: Lucas, Sofía, Martín, Valeria y Tomás. Con risas y alegría, comenzaron a jugar al escondite. Sin embargo, la emoción del juego los llevó a correr más rápido de lo que debían.
Mientras Sofía contaba, Lucas se escondió detrás de un árbol, pero no se percató de que había una rama baja. "¡Ay!"- gritó Lucas cuando la rama le dio en la cabeza, haciéndolo caer al suelo. Los demás niños se preocuparon y corrieron hacia él.
"¿Estás bien, Lucas?"- preguntó Valeria con una expresión de miedo.
"No creo, me duele mucho"- respondió Lucas, a punto de llorar.
Después de asegurarse de que Lucas no tenía nada grave, decidieron llevarlo a su casa para que su mamá lo revisara. "Estaba tan divertido, pero ahora me siento mal"- dijo Martín, cabizbajo.
Esa noche, Sofía y los demás se sintieron culpables y preocupados por su amigo. Se dieron cuenta de que su entusiasmo había causado un dolor innecesario.
Al día siguiente, Sofía tuvo una idea. "¿Y si le hacemos una tarjeta a Lucas?"- sugirió. Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a dibujar dibujos y a escribir mensajes reconfortantes.
"Espero que te sientas mejor pronto, Lucas"- escribió Tomás, mientras Valeria dibujaba un gran sol con un arcoíris.
Cuando llegaron a la casa de Lucas, su mamá les abrió la puerta y les dijo que él estaba descansando, pero que se alegraría mucho de verlos. Entraron con la tarjeta en mano y Lucas, al verlos, sonrió, aunque todavía se sentía un poco mal.
"¿Qué traen ahí?"- preguntó Lucas curioseando.
"Es una tarjeta para que te recuperes más rápido, amigo"- respondió Sofía emocionada.
Lucas la tomó en sus manos y la leyó en voz alta, llenándose de alegría. "¡Gracias chicos! Me hace sentir mucho mejor"- exclamó.
Los cinco amigos pasaron un rato charlando y recordando lo divertido que había sido jugar. Sin embargo, también se dieron cuenta de lo importante que era cuidar de ellos mismos y de sus amigos. "A veces, la diversión puede volverse peligrosa si no tenemos cuidado"- comentó Valeria.
"Sí, debemos recordar siempre estar atentos a lo que hacemos"- añadió Martín.
Después de un rato, se le ocurrió a Lucas una nueva idea.
"¿Qué tal si hacemos un juego donde nos cuidemos entre todos?"- sugirió.
"¿Cómo sería eso?"- preguntó Tomás intrigado.
"Podemos jugar a un juego en equipo, algo que requiere que nos cuiden y seamos responsables"- explicó Lucas con entusiasmo.
Y así fue como los amigos empezaron a jugar a ‘El equipo de rescate’. En este juego, uno de ellos se convertía en el que debía cuidar a los demás, y cada vez que uno se caía o tropezaba, el resto tenía que ayudar a levantarlos y cuidar sus heridas de manera simbólica. Se divertían mientras aprendían a cuidarse mutuamente.
Desde ese día, jugaron juntos, siempre recordando que la amistad también implica estar atentos. Aprendieron que, aunque se divirtieran, lo más importante era cuidarse y ser responsables para evitar lastimarse. Por fin, no solo disfrutaban del juego, sino que también fortalecían su amistad.
Al final del día, se despidieron con abrazos y sonrisas. "No olvidemos siempre ser amigos, ¡y cuidarnos!"- dijo Sofía, y todos gritaron al unísono: "¡Amigos siempre!"-.
Y así, en Villa Esperanza, la pequeña aventura de la amistad continuó, llena de risas, juegos, y sobre todo, mucho cuidado y cariño entre amigos.
FIN.