La pequeña durmiente valiente



Había una vez una pequeña niña llamada Galia, quien siempre dormía en la cama de sus papás. A ella le encantaba estar cerca de ellos y sentir su calidez durante toda la noche.

Pero un día, sus padres le dieron una gran noticia: ¡iba a tener una hermanita! Galia estaba emocionada por conocer a su nueva hermanita, pero también se sentía un poco triste porque sabía que tendría que dejar de dormir con sus papás para poder compartir su habitación con su hermana.

Sus padres le explicaron que era importante que cada uno tuviera su propio espacio y que ella ya era lo suficientemente grande para dormir en su propia habitación. "Pero yo tengo miedo", dijo Galia preocupada.

"¿Miedo de qué?", preguntó su mamá. "De estar sola en mi cuarto", respondió Galia. Sus padres entendieron sus temores y decidieron ayudarla a superarlos.

Juntos planearon una noche especial donde decoraron la habitación de Galia con todas las cosas que le gustaban: peluches, muñecas y luces brillantes. También le compraron unas sábanas nuevas y cómodas para asegurarse de que se sintiera acogedora.

Cuando llegó la hora de dormir, los papás acompañaron a Galia hasta su habitación y le leyeron un cuento antes de apagar las luces. Le recordaron lo mucho que la querían y lo orgullosos que estaban de ella por ser tan valiente. "No te preocupes, siempre estaremos aquí cuando nos necesites", dijeron sus padres mientras salían del cuarto.

Galia se quedó un poco asustada al principio, pero pronto se dio cuenta de que no estaba sola. Tenía a sus peluches y muñecas para hacerle compañía, y sabía que sus padres estaban en la habitación contigua.

La noche pasó sin problemas y Galia se despertó sintiéndose muy orgullosa de sí misma por haber dormido en su propia habitación.

Corrió hacia la habitación de sus padres para contarles lo bien que había dormido y lo feliz que estaba por tener un espacio propio. "¿Puedo volver a dormir aquí esta noche?", preguntó Galia con una sonrisa pícara. "¡Por supuesto que sí!", dijeron sus papás riendo. Pero esa noche, Galia decidió probar otra vez en su propia habitación.

Y así fue como poco a poco se acostumbró a dormir sola, convirtiéndose en una niña más independiente y segura de sí misma.

Desde entonces, cada noche antes de dormir, Galia le daba las gracias a sus padres por ayudarla a superar su miedo y enseñarle lo importante que es tener un espacio propio.

Y aunque seguía disfrutando pasar tiempo con ellos durante el día, ahora también valoraba mucho su propia habitación donde podía soñar libremente con todas las aventuras que le esperaban junto a su nueva hermanita.

FIN.

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