La pequeña guardiana del bosque



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques verdes, una niña llamada Clara. Con solo diez años, Clara tenía una pasión inmensa por la naturaleza. Todas las mañanas, se levantaba temprano para explorar el bosque, recoger hojas de diferentes formas y observar a los animales. Pero lo que más le preocupaba eran los incendios forestales y la basura que, a veces, encontraba durante sus paseos.

Un día, mientras Clara estaba en el bosque recolectando frutos silvestres, vio algo sorprendente. Un grupo de chicos, un poco mayores que ella, estaban jugando cerca de un arbusto. Ellos habían traído una bolsa de golosinas y, al terminar, dejaron los envoltorios tirados en el suelo.

"¡Eh! No pueden hacer eso!", gritó Clara, acercándose con determinación.

"¿Y qué pasa? Es solo un papel. Nadie lo va a notar"", respondió uno de los chicos, encogiéndose de hombros.

"Pero eso contamina el bosque. Si seguimos tirando basura, los animales se pueden enfermar o no tendrán dónde vivir"", explicó Clara, armándose de valor.

Los chicos empezaron a reírse, pero ella no se rindió. Clara decidió que necesitaría su ayuda para cuidar el bosque. Así que, con una sonrisa, les propuso algo diferente.

"¿Qué les parece si hacemos una competencia de limpieza? Por cada papel que recojamos, ganamos un punto, y al final del día, el que tenga más puntos se lleva una bolsa de golosinas".

Los chicos, intrigados por la idea, aceptaron. Àsí que se repartieron y comenzaron a recolectar la basura que encontraban. Al paso del tiempo, se dieron cuenta de cuánto papel y plásticos había tirados. Cuando terminaron, Clara había recogido la mayor cantidad de basura, pero no sin ayuda. A medida que limpiaban, los chicos empezaron a entender el daño que hacían dejando la basura en el bosque.

"Gracias por hacerme ver esto, Clara", dijo uno de ellos, mientras guardaba un envoltorio en su mochila. "Nunca había pensado que un pedacito de papel podría causar tanto daño".

Clara sonrió, satisfecha por haber hecho reflexionar a los chicos. Pero ese no era el único problema del bosque. Unos días después, mientras jugaba cerca del río, se enteró de que un grupo de adultos en la ciudad había planeado construir un nuevo centro comercial justo al lado del bosque. Peligro inminente. El rumor era que algunos árboles serían talados.

"¡No podemos dejar que eso pase!" gritó Clara a sus amigos, el grupo de chicos que había conocido días antes. "Si cortan esos árboles, el fuego se propagará más fácilmente y se destruirá todo nuestro hogar".

Los chicos decidieron ayudar a Clara una vez más. Organizaron un encuentro con otros niños y adultos del pueblo para hablar sobre la protección de su bosque. En la reunión, Clara se puso de pie y dijo:

"Queremos que todos sepan lo importante que es cuidar nuestra tierra. No solo por nosotros, sino también por las plantas, los animales y el aire que respiramos. Si todos nos unimos, podemos hacer un cambio".

Sus palabras resonaron entre los adultos, quien se sorprendieron al ver el entusiasmo de una niña tan joven. Recordaron recuerdos de su infancia en el bosque y decidieron involucrarse. En cuestión de semanas, el pueblo organizó una gran reunión

para oponerse al proyecto de construcción. Clara estaba en la primera fila, con su cartel que decía: "¡AMOR POR LA NATURALEZA!".

El movimiento fue un éxito. Poco a poco, la historia de Clara se difundió, inspirando otros pueblos a hacer lo mismo. Los chicos que antes solo pensaban en jugar, se convirtieron en defensores del medio ambiente, y Clara, como su líder, fue invited a dar charlas en varias escuelas.

Años después, Clara se convirtió en una joven activista reconocida. Pero lo más importante era que había logrado cambiar la mentalidad de su comunidad. El bosque ya no era solo un lugar de juegos; era un tesoro que todos estaban decididos a proteger. La pequeña guardiana del bosque había demostrado que, aunque uno sea pequeño, puede hacer una gran diferencia.

Y así, desde aquel día, nunca más se vio un papel en el suelo de aquel bosque, y el aire seguía siendo puro, como Clara siempre lo había querido.

FIN.

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