La Pequeña Loba y el Eco del Bosque
Era una mañana iluminada por el sol en el bosque de Pinar Verde. Lía, una pequeña loba con un pelaje de color gris suave, estaba ansiosa. Tenía que enfrentarse a su primer gran desafío: escalar la montaña que se alzaba al norte del bosque, donde se decía que el viento susurraba historias antiguas, pero Lía tenía miedo. No solo de la altura, sino de lo que podía encontrar en el camino.
Un día, mientras jugaba con sus amigos, un pequeño zorro llamado Timo se acercó a ella.
-Timo, ¿alguna vez has pensado en escalar la montaña? -preguntó Lía, con la voz temblorosa.
-Sí, he escuchado que hay un eco que dice los secretos del bosque -respondió Timo con entusiasmo-. Pero muchos lo evitan por miedo. ¡Yo quiero escucharlo!
Lía sintió un escalofrío al recordar algo de su pasado. De pequeña, había escuchado una historia sobre una aventura en la montaña que no había terminado bien. Pensó en sus miedos y en lo que podría perder si no intentaba. Así que decidió que era hora de cambiar eso.
-Llevaré un mapa y un poco de comida para el camino -dijo Lía, aunque aún sentía un nudo en el estómago.
El día siguiente, Lía y Timo se prepararon para la aventura. Mientras caminaban, el bosque estaba lleno de vida; los pájaros cantaban y los árboles se mecían al ritmo del viento. Pero, al llegar a la base de la montaña, Lía se encontró con un obstáculo: un gran roble caído bloqueaba el camino.
-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Lía, sintiendo que sus temores volvían a aparecer.
-Podemos rodearlo o intentar saltarlo -sugirió Timo, lleno de energía.
Lía dudó, pero decidió intentarlo. Juntos, encontraron una forma de escalar el tronco caído, y cuando lo lograron, sintió una pequeña chispa de valentía encenderse en su interior.
A medida que subían, las nubes comenzaron a juntarse en el cielo. De repente, el terreno se volvió resbaladizo y difícil. Lía se apoyó en una roca, pero en lugar de resbalar, miró hacia atrás y vio lo lejos que ya habían llegado.
-Mira, Timo, estamos casi allí -gritó con alegría, sintiendo que la confianza crecía en su corazón.
-Sí, sigamos adelante, Lía. ¡Podemos hacerlo! -exclamó Timo, dándole ánimo.
Finalmente, llegaron a la cima de la montaña. El aire era fresco y había un silencio mágico. En el aire, una suave brisa llevó un eco que resonó entre los árboles:
-Quien se atreve a soñar, siempre encontrará una razón para brillar.
-¿Escuchaste eso? -dijo Lía, sorprendida.
-Sí, es el eco del bosque -sonrió Timo-. Debes haberlo desbloqueado al enfrentar tus miedos.
Lía se sintió llena de una fuerza nueva. No solo había escalado la montaña, sino que también había puesto un pie firme en el camino de su crecimiento personal. Su pasado no la definiría; lo que había vivido la iba a fortalecer.
-Gracias, Timo. Bueno, tal vez tengamos que volver aquí otra vez -dijo Lía.
-Cada vez que quieras, seremos los mejores exploradores de Pinar Verde, juntos -respondió Timo con una sonrisa.
Y así, mientras bajaban de la montaña, Lía supo en su corazón que cada aventura era una oportunidad para crecer. Aquella pequeña loba ya no temía a su pasado, pues lo aceptaba como parte de su historia. De ahora en adelante, está decidida a enfrentar cualquier desafío que la vida le propusiera.
Desde aquel día, Lía se convirtió en un ejemplo de valentía para todos en el bosque, y aprendió que enfrentarse a lo que nos asusta puede llevarnos a los lugares más hermosos y a descubrir la fuerza que llevamos dentro.
FIN.