La pequeña princesa Emilia y la noche estrellada
En un reino lejano, vivía una pequeña princesa llamada Emilia. Tenía un hermoso cabello dorado y ojos azules como el cielo, pero había un problema muy grande: nunca podía dormir por las noches. Todos los días sus padres, el rey y la reina, se preocupaban mucho. Emilia intentaba contar ovejas, pero cuando llegaba a la décima, siempre se distraía con las estrellas que brillaban en el cielo.
Una noche, mientras miraba por la ventana, escuchó un suave susurro.
"¿Por qué no puedes dormir, pequeña princesa?" - preguntó una estrella fugaz que pasaba volando.
"Es que no sé cómo hacerlo. Siempre tengo mil cosas en mi cabeza. Y cada vez que cierro los ojos, veo cosas que nunca he visto" - respondió Emilia, con un suspiro.
La estrella, encantada por su sinceridad, decidió ayudarla.
"¡Tengo una idea! Ven conmigo y te llevaré a un viaje por las constelaciones. ¡Te sorprenderás!" - dijo la estrella fugaz.
Emilia, entusiasmada, aceptó la oferta de la estrella. Juntas viajaron por el cielo oscuro, visitando cada constelación. Conocieron a la Osa Mayor, que les enseñó sobre la importancia de la amistad.
"Siempre pueden contar unos con otros, aunque estén lejos" - dijo la Osa Mayor.
Luego visitaron a Orión, el cazador, que les habló sobre la valentía.
"No tengan miedo de enfrentar sus miedos. Siempre hay algo hermoso al final del camino" - Daniel, que tenía miedo de la oscuridad.
Esa noche, Emilia aprendió que cada estrella en el cielo tenía una historia y que ella también podía crear su propia historia. Sin embargo, cuando comenzó a sentir la necesidad de volver a su cama, Emilia se dio cuenta de que ya era hora de regresar.
"Pero, ¿cómo vuelvo ahora?" - preguntó Emilia, con un poco de tristeza en su voz.
La estrella fugaz sonrió.
"Cierra los ojos, pequeña princesa, y sueña con lo que has vivido. El sueño vendrá como un suave abrigo. ¡Nunca estés sola!" - dijo, antes de conducirla de vuelta a su alcoba.
Cuando Emilia cerró los ojos, recordó las lecciones que había aprendido esa noche. Al principio, pensó en los miedos y sueños que había descubierto, y lentamente, sintió cómo la tranquilidad la envolvía. Se visualizó como una guerrera valiente, enfrentando cada desafío.
Desde esa noche, la pequeña princesa Emilia no solo podía dormir, sino que también aprendió a abrazar sus sueños. Ya no se distraía con lo que pasaba en su mente; en su lugar, se aventuraba a crear historias de valentía y amistad, que llenaban su corazón de paz.
Cada noche, al cerrar los ojos, Emilia viajaba nuevamente a las estrellas, convirtiéndose en la heroína de cada historia, hasta que el dulce sueño se adueñaba de ella.
Así, Emilia no solo encontró la manera de dormir, sino que también descubrió el maravilloso mundo de la imaginación y la magia que sucede cada vez que nos atrevemos a soñar.
FIN.