La pequeña vaquita y sus manchitas de colores



En una pequeña granja, la Mamá Vaca estaba muy nerviosa porque iba a dar a luz. Todos los animales del corral la miraban con atención.

"¡Vamos, Mamá Vaca! ¡Tú podés!" - decía el Gallo, ya muy acostumbrado a ser el que anima a los demás.

Con un último esfuerzo, la Mamá Vaca dio a luz a un pequeño ternero. Al nacer, ocurrió algo sorprendente. ¡El ternero tenía manchitas de colores por todo su cuerpo!"¡Es un arcoíris!" - exclamó el Gallo emocionado.

La Mamá Vaca miró a su pequeño con amor y admiración.

"¡Qué hermoso sos, mi amor! Te voy a llamar Manchitas" - dijo, acariciándolo dulcemente.

Pero no todo fue alegría. Al poco tiempo, Manchitas empezó a escuchar a los otros animales murmurar.

"¿Viste esa locura con el ternero? No es común, tiene manchitas de colores, ¡debería ser como los demás!" - decía la Oveja.

A Manchitas le dolían esos comentarios y se sintió muy diferente.

"Mamá, ¿por qué soy distinto?" - preguntó, un poco triste.

"Porque cada uno de nosotros es especial a su manera, querido. Tus manchitas son un regalo y te hacen único" - respondió Mamá Vaca con ternura.

A pesar de las palabras de su mamá, Manchitas se sentía incómodo y decidió esconderse detrás de un arbusto en lugar de jugar con los demás.

Un día, un grupo de animales nuevos llegó a la granja: unas cabras juguetonas. Manchitas los observaba desde su escondite y vio que se reían y jugaban.

"¿Quién es ese ternero con manchitas de colores?" - preguntó una de las cabras.

"No sé, pero tiene que ser muy raro" - respondió otra.

Manchitas sintió que su corazón latía con fuerza. Pero en vez de reaccionar con tristeza, sintió que quizás, solo quizás, podría ser diferente y aún así ser feliz.

Al día siguiente, decidió salir de su escondite y se acercó a las cabras.

"Hola. Soy Manchitas, y tengo manchitas de colores, ¿te gustaría jugar conmigo?" - se presentó con un tono tímido.

Las cabras, sorprendidas por su valentía, sonrieron y una de ellas, llamada Lila, dijo:

"¡Sí! Nunca hemos jugado con un ternero así. Seguro que somos increíbles amigos."

A partir de ese día, Manchitas y las cabras se volvieron inseparables. Juntos, jugaban por toda la granja, y Manchitas se dio cuenta de que sus manchitas lo hacían aún más divertido.

Los otros animales comenzaron a notar lo bien que se llevaban y, poco a poco, cambiaron de opinión sobre Manchitas.

"¡Mirá cómo juega! Es realmente divertido y especial" - dijo la Oveja, observando desde la distancia.

Más tarde, los animales se acercaron para invitar a Manchitas a jugar con ellos.

"¿Podemos jugar juntos?" - preguntó el Gallo, con sinceridad.

Manchitas sonrió mientras se acercaba al grupo.

"¡Claro! Vamos a divertirnos todos juntos!"

Y así, con cada juego, Manchitas demostró que ser diferente no era malo, que sus manchitas de colores lo hacían único y especial.

La pequeña vaquita aprendió que, aunque al principio pudo sentir que no encajaba, la amistad y la aceptación son las cosas más importantes en el mundo. Y así, la granja se llenó de risas y colores, todos celebrando la belleza de ser diverso.

FIN.

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