La pera de Pepe



Había una vez en un hermoso parque de la ciudad, un dinosaurio llamado Pepe. Pepe era un poco feo y siempre se sentía triste por eso.

Tenía una pera verde gigante en su cabeza que lo hacía ver diferente a los demás dinosaurios. Un día soleado, mientras caminaba por el parque, Pepe se encontró con su amigo Jesús, quien era un simpático conejito.

Jesús notó que Pepe lucía muy triste y decidió acercarse a él para preguntarle qué le pasaba. "¿Qué te sucede, Pepe? Te veo muy desanimado"- preguntó Jesús con preocupación. Pepe suspiró y respondió: "Siempre me siento mal porque soy feo y tengo esta pera en mi cabeza.

Me gustaría ser como los otros dinosaurios". Jesús sonrió amablemente y dijo: "Pepe, cada uno de nosotros es especial a nuestra propia manera. No importa cómo nos veamos por fuera, lo importante es cómo somos por dentro".

Pepe miró a Jesús sin entender del todo lo que quería decir. Pero estaba dispuesto a escucharlo. Jesús continuó: "Imagina si todos fuéramos iguales, el mundo sería muy aburrido ¿no crees? La diversidad nos hace únicos y especiales".

Pepe reflexionó sobre las palabras de su amigo y comenzó a sentirse mejor consigo mismo. Decidió dar un paseo por el parque para distraerse de sus pensamientos negativos. Mientras caminaban juntos, vieron una competencia de carreras entre diferentes animales del bosque.

Todos estaban emocionados y querían participar, pero nadie se animaba a hacerlo. Pepe sintió que era su oportunidad para demostrar que no importa cómo te veas, sino lo que puedes hacer. Se acercó al organizador de la carrera y le pidió unirme a la competencia.

El organizador, sorprendido por la valentía de Pepe, aceptó su solicitud. Los demás animales comenzaron a murmurar y reírse de él por su apariencia extraña.

Pero Pepe no les prestó atención y se preparó para correr con todas sus fuerzas. A medida que avanzaba en la carrera, todos quedaban sorprendidos por su velocidad y habilidades. Incluso superó a algunos de los favoritos para ganar el primer lugar.

Al finalizar la carrera, Pepe fue aclamado como un verdadero campeón. Todos los animales del parque se dieron cuenta de que no deben juzgar por las apariencias y aprendieron una valiosa lección sobre aceptación y respeto hacia los demás.

Desde ese día en adelante, Pepe ya no se sentía triste ni feo. Sabía que era único y especial tal como era. Y cada vez que alguien le preguntaba sobre la pera en su cabeza, él respondía con orgullo: "Es mi marca distintiva".

Y así, Pepe el dinosaurio feo con una pera en su cabeza se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los animales del parque. Aprendieron a valorarse unos a otros sin importar cómo lucieran por fuera.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero el mensaje de aceptación siempre estará presente en nuestros corazones.

FIN.

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